Los surfistas kamikazes que cabalgan olas radioactivas

Arena blanca, sol, olas espectaculares... La playa de Tairatoyoma, en Japón,parece el paraíso con el que todo surfista soñaría. Si no fuera porque se encuentra a tan solo 50 kilómetros de la infausta central nuclear de Fukushima.

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9,0 generó un tsunami que sacudió la costa japonesa. La catástrofe dejó 18.500 muertos y un desastre nuclear de nivel 7 en la central de Fukushima, un accidente equivalente al que sucedió en Chernóbil en los 80.

La radiactividad se extendió por la zona, contaminando el suelo y las aguas de esa zona del litoral japonés. Eso provocó que miles de personas tuvieran que dejar sus casas y que muchos pueblos quedaran desiertos, abandonados.La radiactividad también afectó a la playa de Tairatoyoma, a la que se prohibió su acceso durante un año.

 

 

En marzo de 2012, las autoridades consideraron superada la contaminación radioactiva y reabrieron la playa. Y poco a poco, volvieron los surfistas. Sin embargo, el lugar en el que antaño se llegaron a celebrar competiciones internacionales de surf, no ha vuelto a ser el mismo.  

En el transcurso de 5 años, cerca de 50.000 personas han trabajado en la descontaminación de la planta y en la detención de fugas. Todos los días se eliminan entre 5 y 30 centímetros de tierra contaminada, que se almacena en bolsas de plástico azul, a la espera de una solución mejor.  

Los habitantes de las zonas menos afectadas por la radiación pueden volver a sus casas, pero las huellas de la tragedia se sienten aún con fuerza en esta zona del archipiélago de Japón.

 

 

Los carteles que ruegan a los surfistas que no armen alboroto para respetar el descanso de los difuntos nos indican que algo pasó.

 

 

Las vallas divisorias, los restos de casas destrozadas, las malas hierbas y los sacos de tierra contaminada nos recuerdan que, pese a que los intrépidos surfistas kamikazes vuelvan a cabalgar las olas, algo terrible sucedió en el litoral hace ya 5 años.

 

La playa de Tairatoyoma se encuentra a 50 km de Fukushima y era una de las zonas más populares para practicar surf antes del desastre nuclear.

 

“Vengo a la playa de Tairatoyoma varias veces a la semana. Es mi pasión. No puedo dejar el surf”, explica este surfista. La señal que hay junto a él indica que nos encontramos en un área restringida.

 

Algunos de los surfistas se encontraban en la playa cuando llegó el tsunami. “La tierra se sacudió, nos volvimos a la playa de Tairatoyoma y, unos minutos más tarde, la ola del tsunami llegó. “Ninguno de los surfistas que estaban en la playa murió, ya que tuvimos tiempo de escapar. Aquellos que se encontraban en su casa fueron sorprendidos por las olas y murieron”.

 

En cinco años, unas 50.000 personas han trabajado en la descontaminación de la zona. Cerca de 500.000 personas fueron evacuadas a causa del tsunami y del accidente nuclear.

 

Los sensores de radiación indican los niveles de radioactividad. Pero nadie está presente para leer los sensores en las zonas rojas, aquellas clasificadas por el gobierno como “zonas difíciles de volver”. Un milisiviert, “la dosis media acumulada de radiación por un individuo durante un año, con exclusión de radón”, es la dosis máxima de exposición a la radiación permitida.

 

Los residentes reciben compensación por parte de la empresa TEPCO en función del nivel de radiactividad de sus hogares. En la zona roja reciben 1.000 dólares al mes por persona. Eso ha provocado tensiones entre la población, porque la gente que vive al otro lado de la barrera no recibe tanto dinero.

 

En la zona naranja, los residentes tienen derecho a visitar su casa y a cuidarla. En la ciudad de Naraha, este hombre ha ido a cortar el césped de su jardín. Su esposa se niega a volver y no va a llevar a sus hijos. Nunca duerme en la casa contaminada. Él sabe los peligros porque trabajó en la planta nuclear.

 

Ciudades más alejadas del mar como Tomioka, solo se vieron afectadas por el terremoto y la radiación y no por el tsunami. Ahora se han convertido en pueblos fantasmas.

 

30 millones de toneladas de Tierra contaminada se almacenan al aire libre.

 

La playa de Tairatoyoma era popular por su arena blanca, que el tsunami se llevó. Ahora, un muro de hormigón ofrece protección contra las olas. Unos pocos extranjeros aventureros van a la playa para surfear junto a los japoneses.

 

Los surfistas no pueden ignorar los riesgos. Hay cientos de sacos de arena contaminada en la playa. “El gobierno nos dice que, poco a poco, las cosas están volviendo a la normalidad. Pero podemos ver que solo unas pocas personas han regresado. Solo gente mayor, los niños se mantienen alejados”, explica un surfero.

 

A pesar de conocer el riesgo, los surfistas no se inmutan y están dispuestos a asumir el riesgo de surfear por esas aguas. “Me pongo protección contra el Sol pero aún no he encontrado nada contra la radiación. Solo sabremos las consecuencias de nuestro tiempo en el agua dentro de 20 años”.

 

[Vía Al Jazeera]

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