10 monos fueron obligados a respirar gases diésel como parte de un experimento automovilístico

Los metieron a todos en un coche y les pusieron dibujos animados para que estuvieran tranquilos...

 

 

Los fabricantes de automóviles alemanes han estado luchando para mantener el diesel durante años, incluso financiado experimentos de lo más insólitos. Una investigación del New York Times revela que hicieron a 10 monos respirar humos de un tubo de escape como parte de un experimento.

De acuerdo con los informes publicado por New York Times, un antiguo grupo financiado por empresas automovilísticas alemanas denominado “Grupo Europeo de Investigación sobre Medioambiente en el Sector del Transporte”, llevó a cabo diferentes ensayos científicos para hacer propaganda del diesel.

Con estos ensayos, “se pretendía influir en el debate político y mantener los privilegios fiscales para este tipo de combustible” en un momento en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) temía de sus posibles efectos cancerígenos en la población.

Uno de esos experimento se realizó en Albuquerque en 2014, según sostiene la investigación. La prueba consistió en bombardear combustible diesel en los pulmones de 10 monos. Los animales se encontraban viendo dibujos animados en ese momento, según describe el informe.

Lo curioso del caso no es que se hiciera pruebas con monos (algo que muchos experimentos no consideran condenable), sino que el estudio nunca llegó a publicarse por el fraude del vehículo. Las compañías de automóviles aseguraron que era los resultados eran “legítimos”, pero el informe demuestra que una de las compañías creó un vehículo trampa para trucar los datos. Dos de las empresas implicadas negaron conocer que el estudio se realizara para publicar datos falsos. Según el New York Times, la tercera dijo en un comunicado que los investigadores nunca publicaron el estudio. Las tres empresas dijeron que el grupo de investigación hizo un trabajo científico legítimo.

 

Pese a todo, durante los años 2016 y 2017, el director ejecutivo de una de las empresas y científicos de la operación seguían discutiendo en torno a la cuestión de completar y publicar el informe, o no. Para el New York Timesesto es algo “incongruente”, ya que en el 2015, un año después del experimento, se destapó precisamente el escándalo del Dieselgate por el que se descubrió que la compañía en concreto hizo trampa en sus vehículos al instalar de forma deliberada un sistema para evitar los límites de emisiones.

La maniobra afectó a más de 11 vehículos vendidos en todo el mundo. La compañía se vio obligada a pagar una indemnización histórica valorada en 15.000 millones dólares.

¿Por qué alguien consideraría, después de todo, seguir publicando el informe? De momento eso sigue siendo una incógnita.

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