1. A continuación, un poema:

2. Dime si este plato no te provoca una lascivia extrema.

3. Mole hay en todos lados, pero ninguno como el de Oaxaca.

4. Esa salsa milenaria que nunca ha dejado de perfeccionarse.

5. Hoy, el ingenio, el amor y el hambre nos han dado todo un arcoíris de sabores.

6. ¿Pero qué sería del mole sin el chocolate?

7. Si un día te encuentras en Oaxaca, no te puedes ir sin probar el tejate.

Esta maravilla se prepara con maíz, cacao, hueso de mamey y hasta cenizas.

8. Y luego están todos estos milagros culinarios.

9. Tamales suaves y chapulines crujientes.

10. Ese que tú conoces como “tamal oaxaqueño” es una triste sombra del platillo original.

11. Tasajo rasurado para el alma.

12. Y tlayudas, uno de los mejores usos que el ser humano le ha encontrado al maíz.

13. Más que un platillo, son un pretexto para probar varias delicias juntas.

14. Como México, son la mezcla perfecta entre orgullo prehispánico y herencia española.

15. Acompáñala con una sopa de hongos o de tortilla.

16. El chileajo de cerdo puede despertar tus pasiones más oscuras.

17. Y el aroma de un buen caldo de piedra es capaz de revivir a un muerto.

Camarones, pescado, cebolla y chile, hervidos por una piedra al rojo vivo. Es tan delicioso hoy como hace miles de años.

18. En la costa encuentras mariscos espectaculares, como este pulpo en chichilo.

19. ¿Dónde, si no en Oaxaca puedes probar este aguachile de atún y xoconostle?

20. Sólo aquí podría existir el pescado dorado a la ceniza con mole amarillo.

21. Mole, cecina, tasajo… ¿Es esto el paraíso?

No, sólo es un plato lleno de amor, como Oaxaca.