Dicen que los mitos son sueños compartidos. Sueños compartidos que sofocan la verdad y que, cuando están referidos a la naturaleza íntima de las personas de un determinado colectivo social, pueden llegar a causar injustos daños.
En Japón, uno de esos mitos ha llevado a la práctica de lo que se conoce como burahara , o la discriminación por razón de la sangre. Y no, no estamos hablando de la enésima manifestación de la “limpieza de sangre”, esa idea esgrimida durante siglos por cristianos viejos, judíos, nazis y otros defensores de la pureza. Hablamos de algo aparentemente tan irrelevante —transfusiones al margen, claro— como el grupo sanguíneo.
La maldición de la letra B
Todo comenzó con un paper científico publicado hace casi un siglo. Un estudio realizado a partir de una muestra insignificante que, sin embargo, tuvo un sorprendente impacto en la psique social japonesa.
Corría el año 1927 cuando Tokeji Furukawa, profesor en la Escuela Normal Superior de Mujeres de Tokio, publicó su Study of Temperament And Blood Groups. El estudio, influenciado por investigaciones europeas que buscaban argumentos para justificar la superioridad racial y la eugenesia, estaba basado en la observación de solo 11 personas, todas familiares del investigador.
En Japón está instalada la creencia de que existe una correlación inequívoca entre el grupo sanguíneo, la personalidad y el temperamento de cada uno, y que eso determina la compatibilidad entre las personas
A pesar de su escaso rigor científico, la teoría de Furukawa cuajó entre la sociedad nipona. Sobre la base de aquel estudio se empezó a formar la superstición de que existe una correlación inequívoca entre el grupo sanguíneo, la personalidad y el temperamento de cada uno. Según esa visión, la tipología sanguínea conferiría a la persona una serie de cualidades de las que no puede escapar. La “personalidad sanguínea” o “psicología sanguínea” sería, por así decirlo, su equivalente a nuestros signos del zodíaco.
Así, a las personas con sangre del grupo A se las supone de temperamento suave y estable, consideradas, estructuradas, trabajadoras, perfeccionistas, algo introvertidas y muy atentas a los detalles.
Las del tipo O son de carácter despreocupado, relajadas, amigables, organizadas, seguras de sí mismas, determinadas y tenaces.
A las del tipo B se las ve como impulsivas, efusivas, flexibles, extrovertidas, optimistas, individualistas, testarudas, extremadamente curiosas y amantes de la libertad. Y esto último, en Japón, puede ser un problema.
La 'personalidad sanguínea' o 'psicología sanguínea' es, por así decirlo, el equivalente japonés a nuestros signos del zodíaco
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la estereotipación por grupo sanguíneo ha sufrido épocas de auge y olvido en Japón. En los 70 tuvo un pico de popularidad gracias a dos libros de Masahiko Nomi, Understanding Affinity by Blood Type y Blood Type Humanics. En los 90 volvió al centro de la conversación de forma esporádica. En 2004 la teoría se convirtió en hype con la emisión de más de 70 programas televisivos dedicados al tema. En 2007 llegó otra ola de interés motivada por la publicación de la colección Guide to Yourself Based on Blood Type, que llegó a vender más de cinco millones de copias.
La influencia combinada de todas esas obras y momentos ha contribuido a que la discriminación por razón de la sangre sea una cuestión normal en Japón. Y en ese juego de espejos temperamentales, hay dos grupos que salen mucho peor parados que el resto.
La estereotipación negativa pinta a las personas de tipo B como impulsivos, irritables, irresponsables, egoístas, erráticos y más tendentes a desarrollar comportamientos “degenerados”. Los AB, con su carácter dual, son vistos como excéntricos, indecisos, olvidadizos, irresponsables e impredecibles.
En Japón, esos estereotipos siguen siendo un problema a la hora de relacionarse o buscar trabajo.
La larga sombra de la pseudociencia
Igual que sucede cuando hablamos de pureza o impureza de la sangre, la “personalidad sanguínea” es ante todo una distinción de índole moral.
“ No existe ninguna base científica para evaluar el carácter en base al tipo sanguíneo”, explica a Daily Beast el psicólogo social Shigeyuki Yamaoka. “Incluso en un país como Japón, donde el 98% de la población es de una misma etnia, la gente encuentra maneras de discriminar y encasillar a las personas según unos moldes de conveniencia”, denuncia el científico.
El Ministerio de Salud y Trabajo japonés indica en su guías de buenas prácticas en reclutamiento que el empleador no debe preguntar a los candidatos por su grupo sanguíneo, su fecha de nacimiento ni su horóscopo. Hacerlo puede "conducir a una discriminación injusta basa en estereotipos y prejuicios derivados de esta información"
La “personalidad sanguínea” es un mito. Una construcción cultural levantada sobre andamios de pseudociencia. Pero ahí están los efectos.
Los resultados de un sondeo realizado por Yamaoka y su equipo entre 5000 japoneses de distintas edades arroja un claro mensaje: 3 de cada 4 personas del grupo B aseguraron haber sido víctimas de abusos verbales por razón de su tipo sanguíneo.
En la televisión matutina japonesa es habitual encontrar a videntes que leen la fortuna de la gente a partir de su tipo sanguíneo. El grupo sanguíneo es un elemento de referencia común para medir compatibilidades cuando se busca una relación de pareja. Hasta en los análisis de personajes de anime se suele detallar su grupo sanguíneo.
La discriminación que más preocupa, sin embargo, es la laboral. Compañías que eligen a sus candidatos o asignan puestos de trabajo en base a los tipos sanguíneos. El mismo Ministerio de Salud y Trabajo se ha hecho eco de la problemática al señalar en sus guías de buenas prácticas en reclutamiento y selección que el empleador no debería preguntar a los candidatos por su grupo sanguíneo, su fecha de nacimiento ni su horóscopo. Hacerlo puede “conducir a una discriminación injusta basa en estereotipos y prejuicios derivados de esta información”.
Frente a eso, algunos tipo B prefieren vivir 'en el armario'. Mejor ocultar o mentir que vivir discriminado.