Cazadores furtivos matan a uno de los últimos elefantes de supercolmillos

Satao II era el animal más querido del parque nacional de Tsavo, en Kenia

 

 

satao

El pasado lunes, guardias del Tsavo Park de Kenia estaban haciendo un reconocimiento aéreo rutinario cuando descubrieron el cadáver de un enorme elefante.

Se llamaba Satao II, tenía unos 50 años y murió a causa de una flecha envenenada disparada por cazadores furtivos.

Satao no era un elefante más. Era uno de los ejemplares más grandes de Kénia y uno de los pocos que quedan de la raza “big tusker” o de “supercolmillos”, llamados así cuando sus colmillos superan los 45 kilos de peso cada uno. Según grupos conservacionistas, solo quedan unos 25 elefantes de este tipo en todo el mundo.

“Son iconos, embajadores de los elefantes”, ha dicho Richard Moller, de la fundación Tsavo.

Se trata de una inmensa pérdida para el parque nacional. Satao, que tomaba su nombre de otro ejemplar muerto a manos de cazadores en 2014, se había convertido en el emblema de Tsavo y en uno de los animales favoritos de los visitantes.

“Estoy devastado, de verdad. Este elefante en particular era muy accesible, uno de esos viejos chicos fáciles de encontrar. Muchos de los otros son mucho más difíciles de ver”, ha dicho Moller.

Quizá fuera esta característica de su carácter lo que le hizo más vulnerable a los cazadores. De momento, se han detenido a dos sospechosos de su muerte.

La matanza de elefantes sigue siendo una lacra en África y Asia. Organizaciones conservacionistas calculan que se sacrifican unos 30.000 ejemplares cada año para obtener su marfil. La mayor parte de éste se destina al mercado asiático, donde se usa con fines medicinales o como símbolo de status.

A pesar del impacto que provoca casos como el de Satao, los guardas de los parques siguen viéndose desbordados, tanto por la inmensidad del terreno que deben guardar como por la majestuosidad de los animales. Que, en estos casos, se gira en su contra.

[Vía The Guardian]

 

 

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