Di adiós a tu vida animal: este neurocientífico quiere subir tu conciencia... a la nube

El camino hacia la inmortalidad que propone Randal Koene pasa por prescindir del cuerpo. Hay quien opina que su idea es científicamente posible

Randal Koene

« Esto es lo que pasa. Yaces en una mesa de operaciones, consciente, pero insensibilizado. Una máquina aparece a tu lado. Con una rápida secuencia de movimientos, la máquina remueve una parte de tu cráneo, para luego colocar sus dedos, finos y delicados como patas de araña, en la superficie viscosa de tu cerebro.

»Los dedos escanean la estructura química de tu cerebro, transfiriendo datos a un ordenador situado al otro lado de la mesa. Los dedos van profundizando en tu masa cerebral, escaneando capas y capas neuronales, construyendo un mapa tridimensional de sus interrelaciones infinitamente complejas. A medida que avanza en su trabajo, otra extremidad mecánica remueve el material ya escaneado a un contenedor de desechos biológicos. Es material que ya no vas a necesitar».

En su reciente libro To Be A Machine, Mark O'Connor recurre a esa escena sacada de Mind Children: The Future of Robot and Human Intelligence para introducir la figura de Randal Koene.

La escena cae en el terreno de la prospección especulativa propia de la ciencia ficción, pero sirve para reflejar la ambición de un científico que lleva media vida movido por el convencimiento de que el futuro de la especie humana pasa por una deserción a gran escala de nuestros cuerpos biológicos, gracias a procedimientos parecidos al descrito arriba.

Seguir existiendo de forma consciente, pero sin carne, sin hueso y sin vísceras. Esa es la idea de Koene. Ahora... ¿cómo se logra eso?

 

Randal Koene

En efecto, la inspiración inicial del plan de Koene viene de la ciencia ficción. El detonante, en su caso, fue The City and The Stars de Arthur C. Clarke.

“En la novela existe un ordenador central gigante que dirige la ciudad y es capaz de construir y deconstruir cuerpos para personas que están almacenadas en bancos de memoria. Para mí, aquello era una exploración maravillosa de la idea de que la información es realmente lo que nos distingue”, explica el científico en una vieja entrevista.

“Si pensamos en nosotros como un conjunto de procesos que interactúan con información, esto abre una puerta a la posibilidad de trascender nuestras limitaciones físicas. Pasé bastantes años trabando alrededor de esas nociones hasta idear enfoques viables para conseguir ese objetivo”.

Según su visión, la prolongación de la vida más allá del cuerpo pasa por lograr lo que el llama mentes avanzadas independientes del sustrato biológico (ASIM, por sus siglas en inglés), o la re-instanciación de una mente humana que ya no necesita de la carne porque ha sido “descargada” en un ordenador. Esa es la gran aportación teórica de Koene.

“El consenso neurocientífico más fuerte apunta a que el comportamiento y la experiencia, los fenómenos relacionados con lo que consideramos la mente, emergen de funciones biofísicas que pueden ser descritas adecuadamente en términos de física clásica”, explica. “ Esos procesos son computables. De acuerdo a esa lógica, nuestra mente es computableNuestros cerebros son máquinas”.

Máquinas. Y como tal, replicables. Aunque para eso hay que conocer primero los entresijos del dispositivo.

Por eso su concepto funciona en conexión con otro proyecto igualmente ambioso, pero más apegado a la tierra: Whole Emulation Brain, la emulación del cerebro humano en toda su gloriosa complejidad, como estadio final de un laborioso proceso de ingeniería inversa.

“Los neurocientíficos están convencidos al 99,99% de que el cerebro es un mecanismo. Es algo que computa, algo que realiza funciones. Si puedes averiguar cómo funciona con la suficiente precisión, puedes construir un recambio para él”.

"Diversos experimentos han demostrado que, en principio, puedes coger un circuito cerebral desconocido, analizarlo y crear algo que lo reemplace, ocupándose de hacer lo mismo. El cerebro no es más que un conjunto de muchos, muchísimos circuitos individuales" (Randal Koene)

 

La cabeza en la(s) nube(s)

 

 

Desde que era un adolescente, Koene ha enfocado sus pasos en el mundo de la ciencia y la investigación hacia la consecución de esa idea que le brindó el señor Clarke: personas almacenadas en bancos de memoria.

Por si aún no ha quedado claro, este holandés emigrado a California aspira a mapear con suficiente definición la estructura cerebral, las conexiones neuronales y su lógica química, para luego crear un modelo computacional a base de código capaz de emular todos los procesos que, en última instancia, dan lugar a nuestra memoria, a nuestras capacidades cognitivas, a nuestras ideas, nuestra personalidad y nuestra conciencia de nosotros mismos.

Aquí surgen las preguntas metafísicas:

¿Puede una emulación digital de nuestro cerebro y nuestros procesos mentales generar una continuidad psicológica en lo que se refiere a la conciencia y la experiencia de la identidad personal?

¿Si un cerebro es "subido" a un ordenador, continúa la misma conciencia en forma digital o la conciencia original desaparece para siempre cuando el cerebro físico es destruido?

¿Una emulación digital efectiva de mi cerebro, mis ideas, mis pesamientos y mi personalidad sería “yo” o sería una simple “copia” de eso?

 

"Creo que todo lo que se manifiesta en nosotros, todo lo que experimentamos, se debe a la manera en la que funciona el cerebro. Si consigues hacer una copia de otros esos procesos, entonces estoy convendido de que la copia incluirá conciencia de uno mismo" (Randal Koene)

 

 

Esas y otras muchas cuestiones similares alimentan un debate científico-filosófico con demasiadas aristas para que podamos reflejarlas aquí (quien quiera profundizar puede empezar por estas reflexiones del psiquiatra Michael A. Cerullo alrededor de lo que él llama 'branching identity', o por el libro A Taxonomy and Metaphysics of Mind-Uploading). Solo diremos que Koene y otros teóricos del 'brain uploading' defienden que sí, que una emulación digital del cerebro debería poder albergar la conciencia y la identidad del ser original.

Y de ahí las ventajas:

Esa emulación podría almacenarse eternamente. Podría existir y desarrollarse en la Nube según su voluntad propia o adoptar diversos soportes físicos en función de las necesidades.

De esta manera, teóricamente, el humano podría “vivir” indefinidamente. Experimentar una vida-después-de-la-vida marcada por la libertad morfológica. Como en aquel episodio de Black Mirror que tanto dio que hablar el año pasado.

Si alguna vez te preguntaste de dónde salió la inspiración para aquel capítulo, ya lo sabes.

 

La identidad es producto de la actividad cerebral. No hay magia en nuestro cráneo. Son simplemente neuronas encendiéndose (Rafael Yuste, neurocientífico, Universidad de Columbia)

 

Carbonconcopies, o la hoja de ruta

La extensión radical de la vida humana más allá de sus límites biológicos es una idea que ya no resulta excéntrica.  Resolver el problema del envejecimiento y desactivar la muerte se ha convertido en la Gran Misión de Silicon Valley en este principio de siglo. También DARPA anda detrás de lo mismo, aunque con otros fines. “Científicos serios están investigando en ese área y pensadores serios están pensando sobre el tema”, explica el investigador David Mascie, que hace unos años firmaba un informe sobre el tema para Pew Research.

Exactamente lo mismo se puede decir de la idea del 'mind uploading', tantas veces explorada desde el terreno de la ciencia ficción.

Entre otras ocupaciones, Koene está al frente de Carbonconcopies, una plataforma que se dedica a mantener conectados a todos los agentes que a día de hoy están contribuyendo, a veces sin saberlo, a la consecución futura de una 'mente independiente del sustrato'.

Algunos de los implicados en esta carrera comparten un agenda transhumanista. También un vocabulario que abunda en la metáfora informática, en las referencias al software, el hardware, los procesos y los datos a la hora de reducir la dimensión humana a algo más manejable a nivel conceptual. Para ellos, el cuerpo es simple “carne” y el cerebro es “wetware”, una máquina blanca que ejecuta procesos.

Muchos otros, sin embargo, son científicos que no comparten para nada la ambición de Koene. Da igual. Sus investigaciones en materia de neurología, nanotecnología o neurociencia computacional pueden ser útiles a la causa del holandés.

 

El uploading cerebral tiene el potencial de cambiar la manera en la que nos entendemos. El desarrollo imparable de la tecnología nos ha traído a un punto en el que toda la tecnología necesaria para el uploading es factible (Michael A. Cerullo, psiquiatra y autor de Uploading and Branching Identity)

 

 

La Unión Europea lleva invertidos más de 1.000 millones de euros en el Human Brain Project. La Iniciativa BRAIN lleva desde 2013 empeñada en trazar un mapa de la actividad de cada neurona en el cerebro humano. Desde hace años existen implantes y prótesis neurales que se han demostrado existosas a la hora de reemplazar las funciones de partes concretas del cerebro, como el chip desarrollado por Ted Berger para una sección concreta del hipocampo. En los últimos tiempos también se han producido avances significativos en lo que se refiere a las técnicas de escaneo, el análisis estructural y la preservación de tejidos cerebrales.

Esos y otros avances buscan entender la estructura y las funciones del cerebro humano como punto de partida para tratar todo tipo de enfermedades mundanas, pero a la vez empiezan a pintar el sueño del upload cerebral como una realidad tecnológicamente concebible en el futuro próximo.

¿Cómo de próximo?

Las estimaciones de unos y otros oscilan entre los 30 y los 100 años, dependiendo de la rápidez con la que se vayan produciendo los avances tecnológicos necesarios para lograr un mapeo y un modelado suficientemente preciso. Koene se cuenta entre los más optimistas, como atestigua su posición como director científico de la Iniciativa 2045 impulsada por el billonario ruso Dmitry Itskov.

 

Dmitry Itskov durante su intervención en el Global Future 2045 International Congress

Lanzada la pregunta sobre las previsiones temporales que manejan, desde Carboncopies nos remiten a una entrevista previa en la que Koene nos recuerda que la mente de un gusano ya ha sido subida a un sustrato no biológico (después de ser emulada virtualmente, acabó implantada en una figura de Lego) y que en cuestión de pocos años será posible hacer lo propio con otros invertebrados, empezando por una mosca. “A partir de ahí, el cerebro humano es más difícil de predecir, pero confío en que suceda mientras vivo”, decía entonces el científico.

 

"Podemos coger lo que significa ser humano, moverlo a otro sustrato, y lanzarnos a hacer cosas que no podemos hacer como humanos individuales. Queremos continuar nuestra evolución como especie" (Todd Huffman, emprendedor tecnológico y miembro de la Brain Preservation Foundation)

 

Hacia otra lógica evolutiva

Más allá de la búsqueda de la “inmortalidad” individual, a Koene y sus aliados les preocupa la idea de nuestra supervivencia como grupo. De acuerdo a su visión, lograr trascender los límites del cuerpo es la única salida para la especie humana si ponemos el foco en el más largo plazo.

El científico defiende su idea de la mente ASIM como un salto desde la concepción darwinista de la 'supervivencia del gen' a la 'supervivencia del patrón', siendo un patrón “un paquete específico de información que genera una serie concreta de interacciones y consecuencias”.

En un futuro que aparece irremediablemente marcado por el ascenso de la Inteligencia Artificial como promesa y amenaza, la información, los procesos cognitivos, los patrones de pensamiento que se demuestren más aptos van a importar más que cualquier atributo físico, sostiene Koene.

Desde esa mirada, la mente ASIM supondría una clara ventaja evolutiva con respecto a nuestro estado actual.

"La civilización humana se enfrenta esencialmente a esta elección: deslizarse hacia el abismo de la degradación global, o crear un nuevo modelo de desarrollo, un modelo capaz de cambiar la conciencia humana y dar un nuevo sentido a la vida", reza el manifiesto de Iniciativa 2045.

Matar el cuerpo para multiplicar nuestras posibilidades de sobrevivir.

Buscar un futuro para la especie humana en formas y preceptos que redefinen radicalmente lo que entendemos por humano, hasta el punto de desestimar lo que somos.

Aspirar a una nueva libertad para la mente más allá de nuestras limitaciones físicas a través de procesos que podrían dar lugar a la forma definitva de control.

Ideas y paradojas que dan que pensar.

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