El motivo por el que un pueblo escocés ha pintado líneas curvas en una carretera recta

Stirlingshire es un concejo escocés por el que atraviesa una carretera recta que une su capital, la ciudad de Stirling, con el lago Lomond. En la A811 a la altura del pequeño pueblo de Arnprior no hay curvas, no tienes que girar el volante, simplemente te dejas llevar. Pero resulta que en algunos de sus tramos tiene pintadas unas líneas curvas y unos laterales oscilantes de color rojoque con solo verlos te entran mareos o... se te despierta la precaución.  

Detrás de esta obra no se encuentran unos operarios que ese día acudieron borrachos a trabajar, sino el propio ayuntamiento que se ha cansado de la temeridad con la que los conductores circulaban por esa vía.

 

En la región de Stirling se encuentra parte del lago Loch Lomond, uno de los más grandes de UK

Todo se remonta a 2013. En ese año, algunos lugareños empiezan a estar cabreados de que la gente se salte a la torera la prohibición de conducir a más de 30 millas por hora (unos 50 km/h). Parecía que daban igual las señales que recordaban que por allí uno se tenía que contener y no embalarse, porque muchos de los coches que pasaban por allí parecía que los perseguía el diablo. Las autoridades locales decidieron que tenían que tomar medidas y valoraron posibilidades.

 

¿Radares?

¿Badenes en medio de la vía?

¿Unas rotondas de esas que nunca sobran?

No.

Sucedió que se les encendió la bombilla y optaron por algo más peculiar.

 

 

La solución que se escogió fue pintar líneas discontinuas de sobre el asfalto de la manera que veis en la imagen, para que los conductores tuvieran la ilusión óptica de curvas en la vía, frenaran y discurrieran haciendo zig-zags 

Soprendentemente, la medida parece ser efectiva.

Un estudio de la Universidad de Leeds realizado antes de que la carretera de Stirling a su paso por Arnprior amaneciera así, apuntaba que estas marcas contribuyen a reducir la velocidad más que las señales de tráfico o que si se acorta la anchura de la carretera.

No obstante, en Stirling la originalidad no ha estado exenta de polémica. La oposición ha criticado que la medida no está funcionando como se esperaba. También que, aunque sea más barata que poner un radar, ha costado un 50% más que unas líneas convencionales.

Hay que decir que al menos a este ayuntamiento no se le ha ido de las manos como a otro inglés. En 2014, los gobernantes de Wilmborne tuvieron que pedir perdón ante las quejas de los residentes que denunciaban que las falsas curvas simuladas con líneas eran demasiado pronunciadas.

Todo para hacer que los conductores pongan cuidado.

[Vía Gizmodo]

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