El periodista que se anticipó a su propio asesinato

Javier Valdez fue asesinado ayer en México. Pocos meses antes el periodista escribió un escalofriante y premonitorio relato titulado "Te van a matar"

El cartel de Sinaloa tendió una cuerda enmarañada. Javier Valdez la cogió, aplicó grandes dosis de inteligencia en la tarea de desenredarla y, finalmente, tiró de ella. La cuerda acabó quebrando o la fuerza que el narco le imprimió en la tarea de tirar fue superior a la de Valdez.

Valdez fue el noveno en lo que va de año. Valdez fue uno más entre los más de cien periodistas que han sido silenciados a punta de pistola en lo que va de siglo.

Y, de algún modo, lo veía venir.

 

Lo decía en entrevistas: “ Ser periodista es como formar parte de una lista negra. Ellos van a decidir, aunque tú tengas blindaje y escoltas, el día en que te van a matar”.

Lo decía en sus libros. Narcoperiodismo es un libro sobre cómo se relaciona la muerte con los cárteles.Sobre los periodistas que luchan por crear conciencia y son asesinados.

Y lo decía en columnas. Valdez se anticipó a su muerteescribió un relato de su propio fallecimiento hace escasos dos meses. Estaba amenazado. “Cabrón, cuídate. Estos güeyes no tienen madre. Son unos malditos”. Escribía sobre sus asesinos antes incluso de ponerles cara.

Porque, probablemente, Valdez ha sido el único que ha podido ponerle cara a su verdugo. Su recuerdo duraría lo que tardasen los doce casquillos de arma corta en recorrer la distancia -corta, también- entre el coche y su cuerpo. Seis asesinatos a periodistas en los que va de año y seis casos sin resolver.

Por eso les dio igual darle muerte a plena luz del día. Por eso les dio igual darle muerte en plena calle abierta. Por la impunidad con la que se paga un silenciamiento forzado.

Según Reporteros Sin Fronteras México es el tercer país —después de Siria y Afganistán— en el que más difícil es ejercer el oficio de periodista. Y, más allá de la respuesta de porque es el mejor oficio del mundo,Valdez tenía clara la respuesta cuando le preguntaban que porqué lo hacía: “Para cambiar las cosas”.

 

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