Kristopher Lappin

Aunque ahora las ranas nos parezcan unas flojas, solo los insensatos se hubieran acercado a ellas hace 70 millones de años. En la época de los dinosaurios, la extinta Beelzebufo ampinga llegó a medir 40 centímetros y pesar 3 kilos. Ha sido la rana más grande que ha existido jamás y se le apoda 'rana demonio'. Se cree que entre sus presas pudo haber pequeños dinosaurios.

A pesar de que ahora los batracios dependen más de su veneno que de su mordedura, aún queda la especie Ceratophrys, extendida sobre todo en Sudamérica, que pega importantes mordidas. Por eso, un equipo de científicos británicos, australianos y estadounidenses han medido la fuerza de las mandíbulas de estas ranas para estimar la de la prehistórica que abundó en lo que hoy es Madagascar.

Con un instrumento que consiste en dos barras cubiertas con cuero, encontraron que las mandíbulas de una rana Ceratophrys, con una boca de 4,5 centímetros de anchos, ejercía una presión de unos 3 kilos. Las de un boca de 10 cm, llegan a los 50 kilos. Así que se ha calculado que la extinta, que su boca alcanzaba los 16 centímetros, mordía con una fuerza de 226 kilos.

"Con esta fuerza de mordedura, Beelzebufo habría sido capaz de someter a los dinosaurios pequeños y juveniles que compartían su entorno", apunta Marc Jones, uno de los autores e investigador de la Universidad de Adelaide (Australia) que publica el estudio en Scientific Reports.