Esto es lo que pasa en tu estómago si comes demasiado rápido

No masticar bien la comida tiene 4 consecuencias fatales

ROSA MOLINERO

01 DICIEMBRE 2017 14:27

Los habrás visto alguna vez. Se sientan a comer y cuando tú vas por la tercera cucharada, ellos ya han terminado. Son los humanos-aspiradora: dejan el plato reluciente en menos de 2 minutos.

Si temes por su vida, haces bien, porque comer tan deprisa entraña sus riesgos. Y dirás: “una cosa es comer rápido y la otra por encima de tus necesidades”. Pero, ¿quién te ha dicho que lo primero no te pueda llevar a lo segundo?

La obesidad puede estar al final de ese camino de comer aceleradamente. Pero no es la única consecuencia. “No masticar bien la comida provoca que los alimentos lleguen al estómago sin apenas ser degradados, por lo que las digestiones se vuelven más lentas y pesadas”, cuenta la nutricionista Jéssica Gutiérrez del Pino, de SaludNutritiva.

 

Además, se puede acompañar de aerofagia. “Tragamos más aire porque los bocados son más grandes y abrimos más la boca. Esto puede resultar en un mayor malestar digestivo”.

 

Pero todavía hay más dolores: “se puede dar una sensación de acidez si la cantidad ingerida es muy grande, ya que la válvula de cierre de nuestro estómago puede no cerrarse bien y de ahí el reflujo”.

Por otro lado, señala Jéssica, “aún no sabemos si comer muy rápido puede ser causante directo de la obesidad, aunque hay algunos estudios que empiezan investigarlo. Pero hay que tener cuenta lo siguiente: desde que vemos u olemos los alimentos, se activa un proceso que nos lleva a perseguir la sensación placentera de saciar nuestro apetito”.

 

“Una vez que los ingerimos, el cerebro da unas órdenes al estómago y al intestino que se llaman señales endocrinas, en las que se liberan moléculas como los péptidos y hormonas como la ghrelina y la leptina, responsables de regular el hambre y/o el apetito”. Son las responsables de que notemos esa sensación de saciedad, de tirantez, de que ya no te cabe nada más, lo que se llama distensión. Pero se necesita un tiempo para que estos mecanismos de saciedad actúen, comenta la nutricionista.

 

 

“No debemos olvidar que el estómago es un músculo y que su distensión continua provoca que cada vez tenga una capacidad mayor para almacenar alimentos y como consecuencia comamos más para llenarlo”.

“Los nutricionistas recomendamos comer siendo conscientes de cada bocado, masticando bien la comida, disfrutándola a ser posible sin televisión ni otra distracción. Podemos controlar los factores externos que interfieren en nuestra ingesta, como el estilo de vida, el estrés, las conductas sociales o incluso ser demasiado hedonistas. Debemos darle a la comida y a la ingestión la importancia que necesita, ya que de ello depende la energía y los nutrientes que necesita nuestro organismo para estar sanos”.

Aunque poco científicos, allá van dos consejos de un engullidor: copia el ritmo de la persona que tienes delante o deja el cubierto en la mesa entre bocado y bocado. Y si todo esto no funciona, ¡usa un cronómetro!

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