Fidel, el deportista que cambió el mundo

Durante el mandato de Fidel Castro (1926-2016), Cuba no solo se convirtió en una isla caribeña socialista de inusitado interés geopolítico. También en una potencia olímpica: 77 medallas de oro, 65 de plata y 71 de bronce. Muchas eran la culminación de un trabajo iniciado en las Escuelas de Iniciación Deportivas o los Juegos Nacionales Escolares en la isla.

Más allá de los números, el deporte fue una de las grandes pasiones de Castro. No solo fue pitcher de beisbol en su época de estudiante, también jugaba asiduamente al baloncesto de adolescente.

 

 

 

 

 

Sería el beisbol el que propiciaría una de las imágenes menos conocidas y más llamativas del comandante cubano. El 24 de junio de 1959, solo meses después de la entrada triunfante del ejército rebelde que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista en La Habana, se celebraron en todo el país espectáculos deportivos para recaudar fondos para apoyar la recién comenzada Reforma Agraria.

 

 

Uno de ellos enfrentó a la Policía Nacional Revolucionaria con los Barbudos de Sierra Maestra, una selección de miembros del ejército rebelde. Entre ellos, el líder revolucionario Camilo Cienfuegos y, por supuesto, Fidel Castro. Ganaron, eso sí, los policías.

 

 

Fidel volvería a practicar asiduamente golf, pesca deportiva o tenis de mesapero fueron muchas más las veces que se sentiría tentado de volver a coger el balon rugoso de basket.

 

 

El baloncesto, opinaba el cubano, necesitaba de velocidad, agilidad y pensamiento estratégico, aptitudes necesarias compartidas por la guerra de guerrillasSiempre defendió que era un deporte que servía de excelente entrenamiento para jóvenes revolucionarios.

 

 

Además de en La Habana con estudiantes o con el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli le pudimos ver entrando a canasta en varias de sus visitas durante los 60 y 70 a países del bloque soviético como Polonia o Bulgaria. En 1982 lo dejó por una lesión en el pie.

 

 

Fidel trató de aprender a esquiar en su primera visita a la URSS, en 1962. Fue en el lago Baikal y ante la mirada de Nikita Jruschev.

 

 

También retó a Muhammad Ali a golpear su mandíbula durante una visita del campeón de boxeo a la isla, en 1996, organizada por Cruz Roja.

 

 

Pero quizá la relación con el deporte más conocida de Castro sea a través de Maradona. El argentino y el cubano se admiraban mutuamente desde la primera visita del futbolista a Cuba en 1987. Fue a la isla, con Fidel casi en el papel de padre, donde Maradona acudió en el momento más bajo de su vida, en 2000, para someterse a una dura desintoxicación.

 

 

Es parte de la vida de un deportista que solo pudo practicarlo en los ratos libres que dejaba tratar de girar el volante de la historia.

 

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