Los 7 mandamientos para distinguir un buen café de uno malísimo

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@annnarayatome

¿Cómo podemos saber si estamos delante de un buen café o de agua sucia que no sirve ni para fregar el suelo? ¿Cómo se justifican esos céntimos de más que pagamos para saborear ese rico y denso espresso negruzco?

Carmen Callizo, de Slow Mov, está en la cresta de la 3ª ola cafetera. La primera fue la introducción de las máquinas de café en los bares. La segunda la apertura de las cafeterías de las grandes marcas. Y la tercera son ello:  el futuro del café entendido como un producto de calidad con kilos de información para concienciar al consumidor.

En su local de Barcelona compran café verde a las fincas, lo tuestan para desarrollar bien sus aromas y lo sirven concentrado en un resultado exquisito. Su misión: comercio directo, aportar trazabilidad y crear un poco de curiosidad en la gente.

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 Somos consumidores muy poco curiosos. Pedimos muy poca información sobre lo que compramos y parece que todo venga hecho de la parte de atrás del supermercado. Y cuando descubres un producto y ves sus procesos es como ‘¡Guau! estaba ahí siempre pero nunca lo había visto’”.

 

Con estos 6 mandamientos someterás el café a la prueba de fuego definitiva para saber realmente si vale la pena:

 

1. Un buen café se toma sin azúcar

El café, que es la semilla de un fruto parecido a la cereza, ya tiene sus propios azúcares. Y se desarrollan en forma de sabores más o menos dulces según factores como la altitud, la exposición al sol. Pero también del molido y del tostado, que determinan en un 40% si al primer sorbo te sabrá a goma quemada y querrás vaciar el azucarero en tu taza.

 En Slow Mov no tenemos azúcar y a veces la gente se queda un poco con la cara de quien no sabe nadar y se va a tirar a una piscina sin flotador. Pero hay que atreverse, probarlo y dejar de depender de endulzantes que enmascaran al buen café y hacen pasable el malo", insiste Carmen.

  

Foto: Fazenda Ambiental Fortaleza

 

2. Un buen café mejora incluso cuando se enfría

Normalmente detrás de un café con una temperatura muy elevada se esconde un café de mala calidad. “Cuando está muy caliente, no se percibe bien a qué sabe. Pero cuando está frío, si está malo, siempre sabe fatal”. Defienden el café de filtro, más largo y menos denso, pero con una variedad de sabores que sorprende si lo pruebas por primera vez.

“A diferencia del espresso, necesita mucha menos infraestructura para que salga bien. Es un café que te lo puedes ir tomando con tranquilidad y va evolucionando según pasan los minutos”, mantiene la barista.

  

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3. Un buen café no se compra en el supermercado

“Si quieres comprar un buen café, ve a un tostador. Si quieres beber un buen café, que lo prepare un barista”, asegura. Un buen barista te asegura que el café se ha tostado y molido recientemente y preserva todos sus aromas. “Una vez molido, el café empieza a perder sus aromas y al cabo de las horas la calidad de la taza será de hasta un 30% menos”.

Tras esta prueba, lo más probable es que ese café que compraste en el súper por 2 euros pase a mejor vida.

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4. Un buen café es un poco más caro

Un barista se tomará el tiempo necesario para preparar cada café tal y como es debido. Al final, sabrá explicarte las particularidades porque conocerá bien su producto y sabrá tratarlo con esmero porque tiene las máquinas adecuadas que extraen el café con gran precisión, controlando al milímetro factores clave como la temperatura y la presión.

Todo este esfuerzo económico por su parte también va a suponer un extra para tu bolsillo. Pero que sepas que se destina a un proceso que respeta el producto, porque los microtostadores solamente obtendrán un beneficio ocho veces menor que el de las grandes empresas.

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5. Un buen café no se puede concentrar en una cápsula

En las cápsulas hay unos 5 gramos de café, insuficientes para lograr una extracción decente. “Ahí hay algo de café más aditivos para potenciar el sabor y compensar que hace meses que está molido. Y de paso hacen que siempre sepa igual”.

Y si pagar más por un mejor café nos parece caro, ¿por qué lo hacemos con las cápsulas? Haciendo cálculos, Carmen concluye que mientras que el café de especialidad se vende a unos 30 euros el kilo, el café de las cápsulas lo hace por alrededor de 70 euros el kilo.

Lo puede parecer el súmum de la comodidad sale caro en todos los sentidos: “un poco de aluminio acaba en nuestra taza y un poco más de plástico contamina el medio ambiente”.

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6. Un buen café se logra con café de especialidad

“Tenemos contacto directo con el productor y sabemos exactamente dónde lo produce y cuáles son las condiciones de la parcela”. Además, el comercio directo apoya a la economía local para hacerla menos dependiente de la producción industrial a gran escala.

Detrás de el café de especialidad hay una inversión de tiempo faraónica, señala Carmen. “ Defendemos el proceso lento como la manera de garantizar la calidad del producto. ¿Y quién respeta el proceso lento? Aquellos que tienen la paciencia suficiente como para producir menos pero mejor, los que no tienen como único objetivo la optimización económica”.

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7. Un buen café no siempre sabe igual

El café tiene que recolectarse a mano para asegurar la madurez. Hay que venderlo sin mezclar granos de distintas procedencias, algo que sí hacen las grandes empresas, que luego los tuestan demasiado para unificar su sabor.

“Un café que sabe siempre igual, es aburridísimo. Te lo tomas para despertarte, pero no para disfrutar. Comencemos a disfrutar del café, porque es un lujo”, termina la barista.

 

 

 

 

 

 

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