Los bebedores empedernidos están en serio riesgo de demencia, afirma una nueva investigación

De acuerdo al mayor estudio existente hasta el momento sobre los efectos del consumo de alcohol, los bebedores persistentes se arriesgan a la demencia.

La investigación, publicada en la revista Lancet Public Health, entrega fuerte evidencia de que las personas que beben tanto como para terminar necesitando atención médica, se están exponiendo a un grave riesgo de demencia vascular y enfermedad de Alzheimer.

El estudio también plantea preguntas para los bebedores moderados (o sociales) sobre las posibles consecuencias de su hábito a largo plazo.

 

Utilizando la base de datos del French National Hospital Discharge, los investigadores analizaron a más de un millón de personas diagnosticadas con demencia entre 2008 y 2013.

Más de un tercio de los casos (38% de los 57.000 casos de demencia prematura) estaba directamente relacionado con el alcohol y el 18% tenía un diagnóstico adicional de trastornos por consumo de alcohol. En general, los trastornos por consumo de alcohol se asociaron con un riesgo tres veces mayor de todos los tipos de demencia.

La Dra. Sara Imarisio, jefa de investigación de Alzheimer’s Research UK, dijo: “Como este estudio solo analizó a las personas que habían ingresado en el hospital debido al consumo excesivo de alcohol crónico, no revela la relación completa entre el consumo de alcohol y riesgo de demencia. Investigaciones anteriores han indicado que incluso el consumo moderado de alcohol puede tener un impacto negativo en la salud del cerebro y las personas no deberían tener la impresión de que beber hasta el momento de la hospitalización es lo único que conlleva un riesgo”.

 

Los expertos dijeron que la nueva investigación debería cambiar las actitudes. “Lo más sorprendente de este artículo es todo el tiempo que los ha llevado reconocer que el abuso y la dependencia del alcohol son factores de riesgo tan potentes para el desarrollo de la demencia”, dijo Robert Howard, profesor de psiquiatría de la tercera edad en el University College de Londres.

“Hace tiempo que sabemos que el alcohol es directamente neurotóxico. La deficiencia de tiamina en alcohólicos destruye la memoria; las afecciones relacionadas con el alcohol como la cirrosis y la epilepsia pueden dañar el cerebro y el daño cerebral vascular se ve acelerado por el alcohol. Sorprendentemente, tradicionalmente no consideramos el alcohol y su abuso como un factor de riesgo importante para la demencia y claramente estuvimos equivocados al no haberlo hecho”, se explayó Howard.

El estudio no fue creado para ver los efectos del consumo moderado de alcohol en el riesgo de demencia, pero su autor principal, el Dr. Michaël Schwarzinger de Translational Health Economics Network en Francia, advirtió que el daño causado por el alcohol nunca se repara en el cerebro. Los bebedores empedernidos que habían dejado el alcohol por un tiempo no redujeron su riesgo de demencia, a pesar de que se redujo el riesgo de una muerte prematura.

 

“Es muy sorprendente que para las personas que bebían mucho y tenían al menos un período de abstinencia, el nivel de riesgo de demencia era más o menos el mismo”, dijo Schwarzinger a The Guardian.

El estudio es coherente con las imágenes que han demostrado que incluso el consumo moderado de alcohol tiene un efecto permanente. Un estudio publicado el año pasado en el British Medical Journal, descubrió que aquellos que bebían de 14 a 21 unidades de alcohol a la semana tenían tres veces más probabilidades de dañar el área del cerebro relacionada con la memoria.

Los consejos sobre el alcohol han sido confusos. Algunos estudios han sugerido que una o dos unidades por día (generalmente un pequeño vaso de vino) podrían proteger la salud y el cerebro. Pero Schwarzinger dijo que eran pequeños estudios y que, personalmente, se preguntaba si esto podría ser así.

 

“El alcohol es un problema devastador, cualquiera que sea el órgano. Ahora podemos agregar el cerebro a la lista del hígado, el riñón y el corazón”, dijo.

“Se necesita una variedad de medidas [para le reducción del consumo], junto con la detección temprana y el tratamiento de los trastornos por consumo de alcohol”, concluyó el investigador.

El Ciudadano, vía The Guardian

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