Monos a tiros y una cama chirriante: así voló por los aires el SOE

Hay tal confusión sobre quién ostenta la autoridad en el PSOE que ya solo se aceptará la de quien consiga abrir los portones de Ferraz, tras cuyas ventanas se asoma digno Pedro Sánchez con un gorro de papel de periódico en la cabeza, esperando que alguien lo exilie a la isla de Elba.

A cada rato aparecen en la sede personajes que, llave en mano, aseguran ser los nuevos ungidos del reino. Y la multitud congregada los arrastra ante el ojo de la cerradura, como si ya sólo esa espada de Excalibur pudiera decantar al heredero ante semejante acumulación de estatutos apócrifos y líderes supremos sin despacho.

Pero las puertas continúan cerradas y a estas horas es difícil discernir si hay más llaves frustradas que votantes socialistas vestidos de novia a la fuga.

El guerracivilismo instalado en el PSOE está siendo tan desmesurado que ya no se puede ilustrar ni con el Duelo a garrotazos de Goya, pues harían falta incluir tantos personajes que el resultado sería el de un Ecce Homo de batalla deEl señor de los anillos.

Los socialistas rasos no entienden cómo se llegó hasta aquí, si fue antes la madre o el desmadre padre. Lo último que recuerdan es que ellos se sentaban en el suelo y hacían historia en la Transición, que se fotografiaban todos juntos levantando, en blanco y negro, las coderas de pana felipista. Y que agitaban los puños y las rosas, y luego las rosas y las cejas, y se llamaban compañeros, al final ya más como Quimi y Valle en esa serie adolescente de los últimos años de esplendor socialista.

 

 

 

via GIPHY

 

 

 

 

En algún momento de aquel viaje al centro se jodió el PSOE como se le jodió el Perú a Vargas Llosa, quizás víctima de un efecto mariposa: mientras sus dirigentes aleteaban de Marx a Gas Natural y de la pana a los yates, una pareja hacía sonar los muelles de una cama de Vallecas.

Y es aquí donde se cruzan los caminos del PSOE, Pedro Sánchez y un bebé al que le pusieron nombre de broma infinita: Pablo Iglesias.

El auge de Podemos (y la crisis económica) fue la espoleta que hizo saltar por los aires esta crisis de identidad del socialismo español, que tiene a todos con las metralletas en modo chimpancé.

Muchos quieren encuadrar su batalla con la de la socialdemocracia europea, que purga hoy sus coqueteos neoliberales en cada rincón. Pero hay una gran diferencia.

 

 

 

via GIPHY

 

 

Corbyn en UK; Hollande o Macron frente a Montebourg —o Mélenchon en su día— en Francia; Alemania, cuando se escindió el bando que acabó en Die Linke…En todos esos lugares el debate es entre alguien que vuelve a la izquierda y el stablishment orgánico que quiere seguir en el centro.

Y eso no sucede en el PSOE, cuyo líder ya es sosamente centrista: parece difícil que Pedro Sánchez pueda ser portada roja en un disco de Manu Chao.

Su porte de galán se paseó como consejero de la Asamblea de Caja Madrid en tiempos de las preferentes, como diputado aprobó el artículo 135 de la Constitución y lo defendió con entusiasmo en prensa, y, lo más importante, fue el candidato a presidente de gobierno que cuando tuvo que elegir entre la pastilla roja y la azul, abrió la azul y sacó una naranja.

Todo es, por tanto, una simple lucha de poder con los tanques del susanato, que suben por Despeñaperros para permitir un gobierno del PP y, de paso, ser califa en lugar del califa.

A la espera de cómo acaba la historia, lo que ya sabemos es que debajo de cada abrigo socialista se escondía un cuchillo que dormía. Y que los percheros de Ferraz están ahora a rebosar. Se nos van a agotar las palomitas.

 

 

 

via GIPHY

Regresar al blog