Si Cuitláhuac García antes del Covid-19 era el amo y señor absoluto del desempleo en Veracruz, qué se puede esperar después

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Las imágenes que aparecen en las redes sociales, donde se puede ver a un grupo de inspectores municipales levantando el puesto de frutas de un humilde y honrado vendedor, son recurrentes. Estos vendedores se exponen no por gusto sino por la necesidad de mantener a sus familias. La informalidad laboral era en diciembre de 2018 de 67.8 por ciento y así permaneció durante todo 2019. Sin embargo, la mala noticia es que el desempleo en la entidad, en este último trimestre, ya rebasa a las 121 mil 442 personas, 3.6 por ciento de la población económicamente activa.

La promesa de Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, de promover empleos es otra promesa fallida. De entrada, al llegar al poder corrió a muchos que no tenían nada que ver con el gobierno anterior y colocó a sus amigos y recomendados. En Veracruz las constructoras de casa han sido desplazadas en las pocas obras por las constructoras que se mochan con el número uno de Finanzas, o sea con el primo del gobernador.

 

No hay generación de empleos, ni en la zona rural ni en las ciudades; el problema se acrecienta con la pandemia que azota a todo el mundo. Si el apoyo y progreso no se sintió antes, ahora mucho menos con la presencia de esta calamidad contagiosa. Ya por ahí le surgió la idea de ahorrarse un billete que le corresponde a los partidos políticos.

Sin embargo, pesa mucho ante la sociedad veracruzana el subejercicio de partidas federales que este gobierno no ha sabido aplicar. Desgraciadamente Cuitláhuac García sigue empeñado en seguir y emular los pasos del de Macuspana, Tabasco. Aunque finalmente sólo sea una burda y barata imitación.

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