Un ciervo a punto de ser cazado se encara y mata al cazado

Aveces pasa que, la naturaleza se rebela y el cazador pasa a ser el cazado. Esta vez ocurrió en la campiña francesa a 85 kilómetros del norte de París. Un grupo de cazadores estaban participando en una batida. Esta modalidad se caracteriza por llevarse a cabo en dos grupos organizados.

Los batidores, normalmente acompañados por perros de caza, se encargan de avanzar y acosar a las presas, generalmente jabalíes y ciervos, para que abandonen su lugar de refugio y poder acorralarlas. El segundo grupo, el de los cazadores, se sitúa estratégicamente para darles muerte.

El martes, Regis Levasseur de 62 años era uno de los batidores. Alejado del resto del grupo consiguió arrinconar al animal. Los ciervos en una situación similar tienden a huir y es ahí cuando el segundo grupo les da caza, ya sea disparándoles o a través de los perros de presa.

 

 

Sin embargo, para desgracia de Levasseur, este ciervo no huyó. Se encaró a su cazador y le embistió con su cornamenta que para hacerse una idea equivale a cientos de cuchillos afilados. El ciervo consiguió huir. El cazador moría pocos minutos después tras los intentos fallidos de reanimación de sus compañeros.

Esta épica historia, poco común, tuvo lugar pocas semanas después de que un grupo de cazadores arrinconaran a un ciervo en el jardín de una casa particular. Una vez encerrado fueron los perros de caza los que le dieron muerte, desgarrando al animal con sus mandíbulas.

El ministro francés de Medio Ambiente, Nicolas Hulot, ya condenó en su momento este tipo de caza. La tachó de "práctica del siglo pasado que prolonga el sufrimiento y la agonía del animal". La campiña francesa es uno de los lugares más populares en este tipo de caza, que también tiene grandes adeptos en España.

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