Cómo salvar tu vida y que te acabe ayudando hasta Carlos Slim

Perder a tu equipo es "como ese miedo al vacío de la primera semana tras romper con tu novia". Con lo que no cuentas es con que un multimillonario mexicano te ayude a recuperarla...

 

 

Sergio Cortina

A Diego Cervero, cuando paseaba por la calle, hubo alguien que le recordó '¡Ahora soy tu jefe!'.

Solo que Cervero era el delantero del equipo de la ciudad y quien se lo decía era una de las 20.000 personas que había puesto dinero para salvar al club, convirtiéndose en accionista del Real Oviedo.

Otra de esas personas era Hathem, un egipcio que en una de esas noches en las que las compras online las carga el alcohol se gastó 1.000 euros en 100 acciones del equipo asturiano. Él quería encargar 100 euros en acciones.

Son microhistorias de la gesta comunitaria que salvó de la desaparición al Oviedo, el equipo sobre cuyo amor se explaya Sergio Cortina en Saliendo de la calle Oscurael último título de la colección 'Hooligans Ilustrados' de Libros del KO.

 

 

Pero todo empezó unos años antes, cuando el Oviedo bajó a Tercera en 2003.

Y además por la denuncia por impago de varios de sus propios jugadores. No deseamos a nadie experimentar eso, bastan las palabras de Cortina: "Se siente el miedo al vacío, el miedo a esa primera semana después de romper con tu novia. Suena frívolo pero no es tan sencillo encontrar un clavo que saque a otro y menos en el fútbol".

El ayuntamiento de entonces pensó que sí era fácil y se inventó ese otro clavo: certificó la muerte del Real Oviedo y anunció a bombo y platillo la creación de un nuevo equipo, el Oviedo Astur.

 

 

"Fue una puñalada y un esperpento político, una foto en la que le interesaba figurar a la mitad de la ciudad por pura conveniencia", cuenta. "La viabilidad de lo nuestro no estaba nada clara y a muchos de los que se sentaban contigo en la grada les veías en la cola sacando el abono de aquel engendro del Oviedo Astur. Afortunadamente, lo nuestro fue creciendo sin parar".

 

 

Incertidumbre la hubo. Cortina recuerda "las primeras manifestaciones organizadas por Symmachiarii, los ultras, a las que íbamos 100 personas". Pero la gran mayoría de la masa social del Oviedo se mantuvo fiel. "El mosqueo bien canalizado fue lo que propició la supervivencia del club", asegura el asturiano. " Tener a todos en contra motivó al oviedismo brutalmenteAquel descenso y todos los años en la mierda fueron como la muda de piel de una serpiente, una poda necesaria para tener un club más fuerte en las gradas, el despacho y el campo".

"No importaba que estuviéramos en Tercera mientras el escudo y la camiseta fuesen los nuestros de siempre", continúa.

Y así fue.

Solo un dato: 10.871 abonados tuvo el Oviedo en Tercera.

Una década después, el Oviedo estaba atrapado aun en 2ªB y con una amenaza inminente. Una ampliación de capital sin la cual la vida del club peligraba de nuevo. Como fuera, había que sacar dos millones de euros en dos semanas.

 

 

Es entonces cuando pasó lo de las cien acciones de Hathem o lo de los mil jefes del delantero Cervero. Aficionados oviedistas hicieron, además de hinchas, de proselitistas. Fue clave el periodista del Guardian Sid Lowe, oviedista militante desde que cursó allí un Erasmus, que prendió la mecha con un tuit en el que lanzaba el #SOSRealOviedo, recordando las dificultades que atravesaba el club de origen de talentos como Cazorla, Michu y Mata.

El dinero acabó apareciendo, y no por arte de magia, sino por el desembolso de hasta 20.000 personas que, de algún modo, no querían que un histórico desapareciera. "Otra persona clave en la difusión del oviedismo es Matías García, del Real Oviedo World Fan Club. Él se encarga de atender a cualquier aficionado extranjero que visita el Carlos Tartiere, de enseñarle lo que significa el equipo y de mostrarle la ciudad. Lo hace desinteresadamente y sin apoyo del club. Es un fenómeno", señala Cortina. En efecto, personas de hasta 80 países diferentes se hicieron shareholders del equipo de una ciudad de 220.000 habitantes a orillas del Cantábrico que no pisa Primera desde prácticamente el siglo XX.

Los que además han viajado hasta Asturias han conocido que el fútbol no es el único encanto de la tierra. La pancarta "Vinimos por el fútbol y nos quedamos por el cachopo" de unos británicos lo demuestra. Por mucho más que eso se ha quedado Carlos Slim.

 

 

El multimillonario mexicano fue uno de los accionistas que en 2012 compró. A lo bestia, claro. Primero fue su mano derecha y yerno Arturo Ayub quien compró 30 acciones. Posteriormente, Slim a través del Grupo Carso se convertía en el socio número 15.000 desembolsando dos millones de euros y en el accionista mayoritario de la entidad carbayona.

Dos años después, la inyección de Slim en el Oviedo asciende a casi 12 millones de euros y el objetivo nada disimulado del equipo azul es volver a Primera con Fernando Hierro de entrenador.

 

 

¿Recelos? "Siempre hay, es lógico cuando hablamos de nuevos propietarios vistas las experiencias propias y ajenas, pero el potencial económico de Slim siempre ha transmitido seguridad incluso en los reveses deportivos", reconoce Cortina. "La afición está satisfecha hasta el momento".

Posibilidades de subir a Primera, metiéndose en la tensa promoción de junio, tienen. Según el grupo inversor mexicano, si el Oviedo sube la deuda del club se acaba en 2018. Pero como ya imaginará el lector que haya llegado hasta este casi final feliz, no es la razón más poderosa para celebrar un ascenso.

El Oviedo ha estado 38 temporadas en 1ª y ha llegado a jugar la UEFA en el año 92. "No es la misma ansiedad que provoca tener que ganar para no desaparecer, pero la urgencia histórica por regresar cuanto antes está ahí", reconoce Cortina. "Nuestro sitio natural es arriba".

 

 
 
 
 
 

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