Compró un cuadro por 25.000 pesetas y lleva 30 años tratando de demostrar que es de Dalí

Mira, yo creo que si yo hubiera conocido a Dalí, me hubiera invitado a unas cervezas y me hubiera dicho que no publicara nada o le iba a hundir el negocio"

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“¡La gente lo ve, pero no se entera! ¡Lo miran, pero no lo ven! ¡Yo puedo ver muchas otras cosas!”, exclama Tomeu de l’Amo con un entusiasmo que te deja la oreja pegada a sus historias. Quieres ver lo que está viendo él. Quieres saber lo que sabe él. A Tomeu le gustaría parar a cada uno de los paseantes que miran atolondrados los huevos dorados del Teatro-Museo Dalí y decirles “mire, disculpe, yo es que por fin he entendido lo que nos quería contar Dalí”. La interpretación, dice, nos sorprendería a todos.

Ahí está, como digo, frente al museo de Dalí, este mallorquín de 69 años que dice conocer mejor que nadie la obra del pintor surrealista. Y tiene razones para pensarlo: durante 28 años este ex profesor de Biología, pintor y escultor ha intentado demostrar que tiene un original de Dalí en su casa. Pero no se lo han puesto nada fácil.

El documental La Llave de Dalí, dirigido por David Fernández, repasa la incansable búsqueda de este hombre. Una que empezó el día en el que adquirió por casualidad un pintura en un anticuario de Girona por 25.000 pesetas.

 

 Yo de Dalí sabía lo que sabe un ciudadano cualquiera, pero he tenido que estudiar durante muchos años. Y aquí estoy ahora”, relata Tomeu a PlayGround aprovechando su paso por el Festival Docs de Barcelona.

 

 

Recreemos la situación. Corre el año 89. Tomeu pasa unos días rehabilitándose de una operación en la comarca donde vivió Dalí, pasa por un anticuario y se encuentra con una obra tapada bajo una tela. Tomeu decide descubrir qué se esconde ahí debajo y comprueba que esos colores “le suenan”. Tomeu, entonces, corre a la biblioteca más cercana —como quien está atrapado por una revelación luminosa— y le pide a la bibliotecaria que le preste el libro más completo sobre la obra daliniana.

En las primeras páginas confirma lo que buscaba: ese cuadro que acaba de dejar en el anticuario tiene que ser un original. Vuelve a la tienda y se hace con él.  

La vida de Tomeu de l’Amo y la de Dalí se mimetizan justo ahí, en el momento en el que este profesor, ahora jubilado, se embarca en un larguísimo proceso por demostrar la veracidad de la obra. El cuadro representa un huevo en llamas, símbolo del huevo alquímico donde el ser se transmuta para alcanzar su inmortalidad. Eso cuenta Tomeu.

No solo eso: durante el transcurso, Tomeu asegura haber descifrado el código numerológico que se esconde detrás de muchas de las obras de Dalí. Un código que, se supone, nadie antes ha averiguado y que puede adentrarnos en una nueva capa más profunda de interpretación. Tomeu cree que detrás de todos los números en las obras de Dalí —por ejemplo, en los números que marcan las horas de los famosos relojes blandos— hay mensajes encriptados. Mensajes para él, para su hermano, para su madre, para Gala...

La clave de todo está en la dedicatoria del cuadro. En ella se puede leer: “ A mi querido profesor en el día de mi nacimiento. 27/IX/96”. ¿A qué profesor se refiere? ¿Qué fecha de nacimiento? La fecha de la dedicatoria es “clave” para entender la numerología, defiende Tomeu; pero también es la razón por la que los críticos, durante años, han hecho trizas su teoría y todos sus años de investigación.

La Fundación Dalí desestimó la primera autentificación sin ni siquiera haber visto el cuadro en formato físico. Para ellos estaba claro. Ese año 96 no encaja. Si en 1896 Dalí no había nacido (nació en el 1904) y en 1996 Dalí ya estaba muerto, esa obra no podía ser auténtica. Imposible.

Tomeu, sin embargo, insiste. Es perseverante. “ Es que yo cuando toco un tema me meto a fondo, si estoy pintando igual. Pienso todo el rato, cuando duermo, cuando camino, cuando como. Me he intentado meter en la cabeza, en los circuitos neuronales de Dalí”, me cuenta Tomeu, aún eufórico.

Para él, no hay que interpretar la fecha de la dedicatoria en un sentido literal. “¡Nadie piensa de primeras que la dedicatoria también iba a ser surrealista!”, exclama animado. Tomeu tiene la convicción de que esa fecha representa el nacimiento del Divino Dalí, su reencarnación anterior, su verdadero profesor. Su nacimiento intrauterino. Es una dedicatoria para él mismo.

 Tomeu hace estas cosas raras. Tomeu es así”, coinciden en señalar algunas voces de su entorno que también aparecen en el documental. “No sabíamos exactamente lo que estaba haciendo. Se pasaba muchas horas ahí metido, en su estudio”, relata una vecina. En todos estos años Tomeu ha llevado esta obsesión por dentro. Muchas horas en una habitación, muchas horas leyendo y, de vez, se escapaba de su cueva para darse un chapuzón y jugar con piedras o pasearse desnudo. Tomeu también vive al lado del mar.

 Yo había momentos en los que pensaba, bueno, quizás me lo estoy inventando, pero todos los datos recabados iban sumando”, explica. Tomeu se pone en contacto, entonces, con Robert Descharnes, el máximo especialista internacional en la obra de Dalí para verificar, de una vez, si el cuadro es real. En el transcurso de filmar este documental, este hombre, el que tenía que emitir el ansiado veredicto, fallece. “Eso es un golpe duro”, explica Tomeu. Aún así, Tomeu no decae. Lo seguirá intentando. Ya avanzo, pero sin spoilear, que el documental acaba con una resolución definitiva.

Tras desencriptar la enigmática dedicatoria, a Tomeu se le abre un mundo. Ese código es extensible al resto de pinturas. “Dalí nos da una visión ambigua de todo. Dalí era un mago. Todo era simbólico”. Así, Tomeu, por ejemplo, ha escrito un libro en el que descifra los mensajes de todos los relojes blandos de Dalí, otro libro más sobre la importancia de Ramon Llull a la hora de interpretar el Teatro-Museo. En realidad, Tomeu ha escrito unos cuatro libros sobre Dalí. “ Pero los editores no me cogen ni el teléfono”, crítica. “¡A la gente solo le interesa saber si el cuadro es auténtico y si lo voy a vender! ¡Pero toda la numerología, que es interesantísima, no!”, critica. De todos modos, ya ha hecho unas cuantas copias para sus amigos.

Tomeu tiene algo que recuerda a Dalí. En una de las escenas del documental aparece él cantando frente a sus amigos con una sombrero hecho de papel y un trozo de madera. “Mira, yo creo que si yo hubiera conocido a Dalí, me hubiera invitado a unas cervezas y me hubiera dicho que no publicara nada o le iba a hundir el negocio . Ya sabes como son los magos. ¡No quieren que se sepan sus trucos!”.

Después de casi 30 años de su vida invertidos en Dalí, Tomeu también está un poco harto. Dice que ya ha tenido suficiente. Si ninguna editorial se embarca, lo dejará estar. “ Mi trabajo en relación a Dalí ha terminado. Mi vida no puede ser esto, ¡que yo tengo otras cosas que hacer!".

 

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