El paraíso de la comida falsa genera millones de ingresos en Tokyo

Un bigotudo chef de tamaño gigante enmarca la entrada de la calle Kappabashi en la ciudad de Tokyo. La avenida comercial, situada entre Ueno y Asakusa, está dedicada casi exclusivamente a servicios exclusivos para restaurantes. Pero no esperes encontrar alimentos frescos o congelados. Aquí todo lo que se vende es falso.

La comida de plástico, resina o cera para exponer en los aparadores de los restaurantes es una práctica muy extendida en Japón. Se conoce como  sampuru o fake food y tiene a auténticos especialistas que tratan las réplicas como si fueran falsificaciones perfectas de obras de arte. No es casualidad que modelos de plástico para alimentos japoneses llegaran a exposiciones en el Victoria and Albert Museum de Londres en 1980.

La calle Kappabashi atrae a profesionales de la restauración y a turistas por igual. Los extranjeros alucinan con decenas de tiendas parecidas a un museo de cera de la gastronomía nipona. Réplicas de tempura, sushi, ramen, carnes y platos complejos se recrean a la perfección con todo tipo de detalle. Es casi imposible para el ojo humano distinguir la copia del plato real. Y es que no se pueden exponer platos con comida real porque son perecederos y perderían su apariencia de comida fresca en muy poco tiempo.

 

Los clientes exigen ver los platos para entrar en el establecimiento. Hay una premisa para los foodies japoneses: como mejor sea la réplica de plástico de un plato, mejor será la comida real que ofrece el restaurante. Si no se cuidan las réplicas, es señal de dejadez y mala cocina.

La comida falsa tiene a auténticos especialistas que utilizan técnicas de la cocina molecular para convertir líquidos químicos en goma viscosa que se asemeja a la comida. Durante el período Showa, a finales de 1920, los artesanos japoneses y los fabricantes de velas desarrollaron réplicas de comida par facilitar al cliente la elección del plato. Se usó cera de parafina hasta mediados de la década de 1980, pero debido a que los colores se desvanecían cuando se exponían al calor o la luz solar, los fabricantes se pasaron al cloruro de vinilo, que es "casi eterno”.

Los fabricantes de alimentos de plástico guardan con fsecretismo sus mejores técnicas. La industria de la comida de plástico en Japón es un negocio más que lucrativo. Según las estimaciones conservadoras, el sector ingresa miles de millones de yenes por año. Cabe destacar, que el coste total de un menú completo de artículos de plástico para un restaurante puede sobrepasar el millón de yenes. Es irónico, pero las réplicas de plástico son mucho más caras que los alimentos reales que imitan porque pueden durar indefinidamente si se conservan en buen estado.

Por Internet, circulan videos con tutoríales de cómo hacer réplicas perfectas de comida real. Desde el desconocimiento, muchos internautas creen que el resultado final es algo comestible que sirven en los restaurantes y se ha creado un cierto alarmismo. Ciertamente, es material exclusivo de exposición que nunca se sirve al cliente final.

 

 

 

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