Los lisonjeros creen que le hacen un bien al gobernador del estado de Veracruz aplaudiendo donde no existe razón para hacerlo. Si hubiera un poco de honestidad deberían reconocer que el estado de Veracruz pasa por una severa crisis de inseguridad y una escalada de violencia. En vísperas de su Primer Informe de Gobierno, el Ejecutivo local se observa cansado y desmotivado. Y, por si fuera poco, el rumbo de Veracruz se ve incierto debido a la inexperiencia de su gabinete, un gabinete donde se privilegió al amiguismo y con un marcado nepotismo, difícil de erradicar.
No hay cuentas alegres en el número de feminicidios ni tampoco se observa avance en la creación de empleos. Sin embargo, aunque hay nubarrones y éstos anuncian tormenta, su secretario de Gobierno y el propio gobernador quieren hacer creer a los veracruzanos de que se vive en un mundo de caramelo.
Además, la muerte del diputado Juan Carlos Molina Palacios viene a poner la cereza en el pastel de celebración del primer año de gobierno del hijo de Atanasio García Duran. No hay de otra, habrá que estar atentos al Primer Informe, que si bien le va a Cuitláhuac García Jiménez, chance y alcance a llegar al segundo.