Esta es la historia de amor más triste y divertida que leerás hoy
Él es Fabián Herllejos, un escritor de Tuxtla Gutiérrez, bueno para las letras y malo para el amor.
Esta crónica que publicó en Facebook sobre la peor cita de su vida está causando que miles de personas se identifiquen con él.
La historia gira alrededor de esta foto, tomada hace siete años en el Poliforum de Tuxtla Gutiérrez.
Fabián estaba a punto de ver a Enrique Bunbury junto a la chava que le gustaba. Sonreía porque estaba nervioso y no sabía lo que le esperaba.
Todo comenzó cuando invitó a salir a una amiga, a la que sólo se refiere como “Anita.”
“Estaba feliz de ir con Anita (ella y todo el halo de imposibilidad que representaba para un tipo con sentido del humor maloso, pésimo bailarín y escritor de quinta, como yo).”
Ni él mismo se esperaba que Anita dijera que sí, pero pasó.
“Un irreverente saliendo a un concierto, con el corazón en las manos, junto a la mujer que llenaba un espacio en ese rincón maltratado del amor. Qué ingenuos éramos todos, qué felices.”
El amigo que los presentó hasta le dio un discurso motivacional.
“Vas a ir y todo saldrá chingón. Confío en ti, canijo, no lo eches a perder. Hoy es tu día. Órale, chingar a su madre y que te vaya bien.”
Minutos después se encontró con su cita.
“Armado con un manojo de nervios, doscientos pesos y un par de boletos, abordamos un taxi con dirección a la noche más fría de la historia de mi humanidad.”
El evento había ido bien. Con todo y los empujones, ambos pasaron un momento muy agradable.
“Al final todo valía la pena, ella estaba ahí, y había alguien protegiéndola: yo.”
Terminó el concierto y salieron a ver los puestos de playeras. Ahí es cuando comenzaron los problemas.
“A ella le gustó una playera impresa con el rostro del cantante… Al abrir la cartera, no quiero imaginarme la cara que puse al ver que mi tercermundismo estaba tiernamente reposando en esos tres billetes de cincuenta.”
Fabián le compró una taza y, mientras ella platicaba del concierto, él aprovechó que se había encontrado a unos amigos para pedirles ayuda.
”- Amigos, no mamen, ayúdenme. Préstenme dinero, se los ruego. Vine con Anita al concierto y sólo tengo para la ida.
- Simón, wey. ¿Cuánto ocupas?
- Cincuenta, para el regreso a casa.
- Tssss… no mames. Si te damos eso nos quedamos sin tomar. Toma doce.”
Y así, con doce pesos en la bolsa, Fabián se subió a un taxi. Ahí decidió declararle su amor a Anita.
“Me gustas mucho y no es una propuesta. Solo quiero que sepas que me gustas mucho y que, si se puede, me dieras la oportunidad de intentar conquistarte como se debe.”
Hasta el taxista decidió ayudarle y poner el ambiente.
“Bajó el volúmen y acondicionó el momento, con la mejor de las voluntades, con Romántica 107.5 FM.”
Pero toda la música romántica del mundo no sirvió de nada. Anita ya había tomado una decisión.
”- Mira, no espero respuestas ahorita, solo me gustaría que lo pienses…
- Es que te quiero como amigo, Fabi. Eres mi ‘ahijadis’.”
Poca gente en el mundo se salva de sentir un rechazo como este.
“El corazón se me hizo mierda, las piernas -bendito sea dios, estaba sentado- se me aguadaron, y de inmediato imaginé mi cabeza aplastada y pegada al neumático.”
El taxista cambió de estación y Anita se bajó a su casa, pero Fabián aún debía regresar a la suya. Llegó el momento de la verdad.
”- Jefe, mire, sin desmadre, traigo doce pesos. ¿Hasta dónde me lleva usted por doce pesos?
- Újale, joven, si a esas vamos, ya nos pasamos…
- Bueno, no importa, me bajo aquí. Gracias.
- ¿A dónde se dirige?
- A Lomas del Oriente.
Anita vivía en La Herradura y yo al otro maldito lado de la ciudad.
- Újale… mire, le voy a echar la mano acercándolo a Plaza Cristal.”
El taxista lo llevó hasta una colonia muy cerca de su casa. Al despedirse, le dio un consejo.
”- Jefe, no tengo cómo agradecerle. De verdad…
- No se preocupe, joven, usted nomás recupérese y tenga un poquito de dignidad: no le envíe ese mensaje.”
La lluvia lo sorprendió mientras caminaba a su casa. Llegó empapado y vencido, pero a salvo.
“Quise llorar, pero no lo hice. Pensé entonces en volver a intentar marcarle, pero el celular no encendió y no volvió a encender jamás. Mejor así, porque ni llegué bien, ni tenía ganas de avisarle una chingada.”
Miles de personas han leído y comentado su historia en Facebook.
Hasta se ganó unos consejos, porque todos tenemos fuerza para los problemas de otros.
Para algunos, el taxista se robó la historia.
#TeamTaxista
Mucha gente se identificó con la experiencia de Fabián.
Y sobre todo con su peculiar forma de narrar las derrotas.
Fabián es el más sorprendido por la popularidad de su historia.
En entrevista con BuzzFeed, nos confesó que no esperaba que tanta gente leería un texto tan largo en Facebook.
Actualmente, Fabián estudia Letras Hispánicas y forma parte de un colectivo literario.
Aún sigue en contacto con Anita pero, siete años después, su amistad ya no es la de antes.
La moraleja de esta historia es que no tengas miedo.
Mira a Fabián, mira cómo le fue. Al final sobrevivió y se llevó una gran historia.
Puedes leerla completa aquí.