Jets supersónicos, a la vista


 
 

La NASA está desarrollando una tecnología que recortará los vuelos transcontinentales a la mitad de tiempo.

 

El corredor aéreo de la costa este a oeste es uno de los más transitados en Estados Unidos. En un día cualquiera, más de cien vuelos hacen el recorrido de seis horas entre Nueva York y Los Ángeles. Eso representa miles de horas diarias que los pasajeros pasan encerrados en tubos sin aire —y sin personalidad—, padeciendo conexiones inalámbricas espantosas. Por supuesto, la experiencia es mucho peor cuando te enteras de que ya existe la tecnología para reducir a la mitad ese tiempo, pero las aerolíneas tienen prohibido utilizarla.

La razón es el ruido. Tan pronto como un avión supera la velocidad del sonido —alrededor de 1,235 kilómetros por hora [767 mph]— produce un estallido que se escucha en todas direcciones. En 1973, la Administración Federal de Aviación (FAA) prohibió la operación de aviones supersónicos en el territorio continental de Estados Unidos. Pero la NASA cree que puede resolver el problema que ha atormentado a los ingenieros aeroespaciales desde hace décadas: reducir la explosión sónica.

En abril, la NASA y Lockheed Martin firmaron un contrato por 247.5 millones de dólares para colaborar en el desarrollo de un avión supersónico silencioso, el X-59 QueSST. La aeronave será un “demostrador de vuelo de bajo estallido”, por lo que no transportará pasajeros sobre el territorio estadounidense. Su intención es demostrar a los reguladores federales e internacionales que los jets supersónicos son capaces de producir un ruido menos perturbador que los aviones de pasajeros convencionales. De tener éxito, el proyecto podría conducir a modificaciones en las normas y a una nueva clase de aviones más rápidos.

La NASA ya tiene el diseño básico de la aeronave: una silueta esbelta que reduce su “firma acústica”. A principios de noviembre probará el concepto en los cielos de Galveston, Texas. A tal fin, un avión de combate modificado —el Hornet F/A 18— ejecutará caídas en picada que producirán estallidos sónicos parecidos al de X-59. Entre tanto, la NASA ha reclutado a 500 personas en tierra que responderán a una encuesta sobre el ruido. “Nos concentramos únicamente en resolver los desafíos de los vuelos supersónicos silenciosos sobre tierra, reduciendo la explosión sónica a un golpe sónico”, explica Sasha Ellis, portavoz de la NASA para la misión X-59.

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Después de recoger los datos, la NASA compartirá la información con Lockheed Martin, que iniciará la construcción del X-59 en enero de 2019. El objetivo es que esté listo para las pruebas en 2021. Una vez que la NASA comparta sus resultados de sonido con la FAA, otros fabricantes podrán empezar a desarrollar aviones supersónicos propios. Peter Coen, administrador del proyecto de la NASA para tecnología supersónica comercial, dice que las lecciones en explosión sónica del X-59 pueden escalarse a naves de hasta cien pasajeros.

La NASA ha sido criticada por desarrollar una tecnología que, sin duda, aumentará las emisiones de carbono, un componente importante del calentamiento global. Pero una vez que la NASA y Lockheed demuestren que los jets supersónicos pueden producir niveles de ruido tolerables para el público, procederán a resolver los problemas ambientales. Las emisiones y la eficiencia de combustible no están contempladas en la misión X-59, revela Peter Iosifidis, administrador del programa X-59 de Lockheed Martin.

Los posibles beneficiarios del viaje supersónico transcontinental serán los clientes corporativos de alto nivel; al menos, al principio. “No habrá vuelos para vacacionar en Disney World. [El avión] está diseñado para guerreros del camino que necesitan ir a un lugar y regresar rápidamente”, informa Vik Kachoria, presidente y CEO de Spike Aerospace, compañía que está construyendo un jet corporativo supersónico para rutas oceánicas.

“Como sucede con muchos productos nuevos, los primeros usuarios serán los más acaudalados”, reconoce Iosifidis. Pero los precios suelen caer una vez que se adoptan las nuevas tecnologías. 

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek

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