La ciencia demuestra que las abejas, como nosotros, aprenden las unas de las otras

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Si comparas el cerebrín de una abeja con el que hay calzado en tu cráneo, no hay duda de que te parecerá jodidamente enano. De hecho, es aproximadamente un 0,0002 por ciento del volumen del tuyo, poco más o menos la misma medida que las semillitas de sésamo que hay sobre el pan de tu hamburguesa.

Pero no te dejes engañar por su tamaño, parece que a las abejas su cerebro tamaño semilla de sésamo les da mucho de sí.

 

 

 

 

En un estudio recientemente publicado en el diario PLOS Biology un grupo de científicos de la Queen Mary University de Londres sugiere que "estos insectos poseen los elementos cognitivos esenciales para la transmisión cultural". Dicho en otras palabras, es posible enseñarle a una sola abeja un truco nuevo y que otras aprendan ese comportamiento de su compañera.

Estos insectos poseen los elementos cognitivos esenciales para la transmisión cultural.

Y no estamos hablando de una habilidad que podamos encontrar solo en las abejas más inteligentes, es un fenómeno que podemos observar en todas. En un nuevo estudio publicado en el diario Science, por ejemplo, se explicaba que las abejas tienen su propia versión del optimismo.

 

 

 

 

 

Al parecer las abejas son también capaces de llevar a cabo un tipo de comunicación denominado baile oscilante con el que señalan la localización de alimentos próximos. Cada 75 milisegundos más que dura el baile indica otros 100 metros adicionales más de distancia con respecto a la colonia.

Hace mucho que se sabe que algunos animales son capaces de enseñar a sus compañeros a realizar nuevas tareas.

Hace mucho que se sabe que algunos animales son capaces de enseñar a sus compañeros a realizar nuevas tareas, pero los ejemplos más conocidos implican animales estereotípicamente considerados como "criaturas inteligentes", como los primates o los cuervos.

 

 

 

 

Ahora los científicos han demostrado por primera vez que una habilidad nueva puede pasar de una abeja a otra. Para ello, les enseñaron a algunas abejas a hacer algo extraño, algo que los insectos no aprenderían a hacer en la naturaleza.

Durante el experimento, la abeja tenía que ser capaz de extraer un disco azul que había escondido bajo una mesa transparente tirando de una cuerdecita. El disco azul imitaba una flor azul, a la que los científicos habían añadido unas gotas de agua con azúcar en el centro.

Ahora los científicos han demostrado por primera vez que una habilidad nueva puede pasar de una abeja a otra.

 

Los científicos entrenaron con éxito a 23 abejas de 40 en un proceso que llevó unas cinco horas y cuarto por cada una de ellas. Después, cogieron abejas que no habían sido entrenadas y las dejaron en otra urna desde la cual podían ver a las abejas entrenadas realizar el proceso. 15 de las 25 supieron como conseguir el disco azul solo con imitar a sus compañeras.

 

 

 

 

Una vez de vuelta en la colonia, cuando las abejas entrenadas pudieron volver a interactuar con sus compañeras, el conocimiento empezó a esparcirse por toda su sociedad.

 

La transmisión culturan no requiere un nivel cognitivo elevado específico de los humanos ni es una característica distintiva de las personas.

 

Los científicos lo ven claro "La transmisión cultural no requiere un nivel cognitivo elevado específico de los humanos ni es una característica distintiva de las personas". No deberíamos sentirnos especiales por nuestra habilidad para aprender.

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