La cirugía plástica DIY arrasa en Asia (y está deformando la cara de miles de jóvenes)

Ante la presión de estar guapas, y dado el alto coste de las operaciones de estética, se imponen los gadgets que modifican el cuerpo en pocos días.

La cirugía plástica DIY arrasa en Asia (y está deformando la cara de miles de jóvenes)

Las estadísticas nos dicen que en los países asiáticos más desarrollados la cirugía plástica lleva años causando furor. Tanto que en el último año se estima que una de cada cinco mujeres en la ciudad de Seúl llegó a pasar por el quirófano para hacerse unos retoques, ya fuera en la barbilla, las orejas o -la gran especialidad del continente- los párpados, para modificar el rasgado del ojo y parecer ‘menos asiáticas’. Lo cierto es que, tradicionalmente, las culturas del extremo oriente han puesto un énfasis desmesurado en la belleza femenina, hasta el punto de que se ha convertido en un factor darwinista de selección social: las más guapas, según el canon, son las que encuentran los mejores trabajos, los mejores maridos; las mejores oportunidades, en definitiva.

Pero la cirugía plástica es costosa, y una persona normal no puede permitirse todas las operaciones que conllevarían alcanzar la imagen perfecta. Sobre todo si eres joven y no perteneces a una familia rica. Este es el motivo que ha llevado a la popularización en países como Corea del Sur, China y Japón de una gama de productos pensados para transformar el cuerpo y que son una especie de sustitutivos de uso doméstico de la cirugía: con ellos puedes modificar tus párpados, reducir tu barbilla o adelgazar la cara sin necesidad de que una persona se tumbe en la mesa de operaciones. Con un efecto secundario indeseado: muchas veces estos productos fallan y, en vez de mejorar la belleza de la paciente, lo que hacen es avanzar en su deformidad.

 

 

¿De qué productos hablamos? Por ejemplo, de cosas como el Face Slimmer, una especie de prótesis que se introduce en la boca y que obliga a hacer un ejercicio que recoloca los huesos de los pómulos para dar la impresión de que tu cara es más delgada. O piezas de metal de introducción fácil y manual bajo la piel para proceder a los reglamentarios liftings que disimulan las arrugas. O máscaras de presión que ayudan al rejuvenecimiento de la misma piel a través de una fórmula de vaciado del aire. Por no hablar de unas pinzas que, al cabo de unos días, te hacen tener una nariz más fina y perfilada.

La verdad es que todo esto nos suena a artículos de Teletienda, como esa cinta móvil que quema la grasa de la barriga o que ayuda a esculpirte una musculatura de titán sin moverte de la silla (grandes timos del siglo XXI). Pero estamos hablando de Asia, y esta gente se lo toma muy en serio. Recordemos que fue en China donde se inventó el primer método de cirugía plástica sin bisturí: reducir el pie de las mujeres sometiendo a las niñas a un sistema de vendas envolventes desde el momento en el que nacen. Allí la belleza está por encima de la salud, y el uso de estos peligrosos gadgets va a más.

 

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