La polémica canción de victoria de Trump, y por qué no es una elección casual

donald stones

“Hemos pedido a Trump que deje de utilizar nuestra música en sus actos”, declaraban Rolling Stones el pasado mayo. Ésta, por cierto, no sería la única vez que al candidato republicano se le pedía no apropiarse de ciertas canciones para finalizar sus discursos: Brian May, de Queen, también denunció el uso de We are the champions durante la campaña del nuevo presidente.

Si hoy Trump, al finalizar su primer discurso tras el recuento electoral, hubiera hecho sonar de nuevo We are the champions, a todos -excepto a May- nos habría parecido normal. En cambio, al terminar su intervención, en la que celebró los resultados electorales, empezaron a sonar los acordes de You can’t always get what you want, canción de Rolling Stones.

 

 

 

 

Muchos han querido ver en la elección de Trump una burla hacia los electores demócratas y, por extensión, hacia Hillary Clinton. Pese a tener el viento en contra y toda una maquinaria mediática atacándole, Trump ha conseguido ganar la pugna electoral; hacer sonar You can’t always get what you want es sólo su forma de regodearse.

También, y atendiendo a las últimas estrofas de la canción, existe la posibilidad de que Trump vea en You can’t always get what you want una especie de cantar de gesta que habla de su reciente triunfo“No siempre se consigue lo que uno quiere, pero, si lo intentas con todas tus fuerzas, puede que lo consigas; que consigas lo que necesitas”.

Pero, ¿y si todo fuera más retorcido? ¿Y si, en realidad, fuese un ajuste de cuentas con la propia banda?

La relación entre este grupo de rock y el magnate siempre ha sido tensa: en 1989, durante la gira del disco Steel Wheels, el manager de Rolling Stones Michael Cohl tuvo que asociarse con Trump para que el tour pudiera hacer parada en Atlantic City. Como suena: el que será Presidente de Estados Unidos subvencionó un concierto de los Stones.

La banda cedió ante Cohl con una única condición: que Trump no se marcase un tanto al financiarles; que, de ningún modo, se les relacionase con el multimillonario. Sin embargo, cuando la banda llegó al Boardwalk Arena de Atlantic City, se encontraron a Trump dando una rueda de prensa para promocionar la actuación de esa noche.

“¿Qué se supone que tengo que hacer?”, dijo Keith Richards, sacando una navaja. “¿Voy y le prendo fuego? O se va él o nos vamos nosotros”Tras algunas poses amenazantes por parte de sus respectivos guardaespaldas(los de Trump sacaron puños americanos, mientras que los de Rolling Stones blandían palos de hockey), el magnate acabó abandonando el lugar.

Trump, haciendo suya la máxima de que la venganza es un plato que se sirve mejor frío, esperó 27 años para devolvérsela al grupo. No ha elegido una canción cualquiera de los Stones para celebrar su victoria, sino que ha optado por una con tanto subtexto como You can’t always get what you want (No siempre se consigue lo que uno quiere).

Con este gesto, Trump manda dos mensajes a los autores de Satisfaction: por un lado, que si lo de Atlantic City se repitiera, ya no podrían echarlo a base de amenazas sin acabar en Guantánamo; por el otro, que sigue (y seguirá, si así lo desea) utilizando la música de Rolling Stones por mucho que estos se nieguen. Y es que no siempre se consigue lo que uno quiere.  

 

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