Sientes como si los vasos sanguíneos de la cabeza te fueran a estallar . Es un dolor intenso, pulsátil, imposible de ignorar. Te vuelves hipersensible a la luz, a los ruidos del entorno. En los peores casos, las punzadas llegan acompañadas de vértigos, nauseas, vómitos e incluso desmayos.

Sí, te está pasando, es un ataque de migraña , una enfermedad que afecta a entre el 11% y el 16% de la población general (es dos veces más frecuente entre las mujeres que entre los hombres debido a influencias hormonales) y que la Organización Mundial de la Salud lista entre las 20 enfermedades comunes más incapacitantes. Porque una mala migraña es el infierno.

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En la actualidad sigue sin haber una solución preventiva para esas jaquecas, así que todo pasa por tratar de detener o aminorar el dolor. Para eso se usan analgésicos (solo eficaces contra migrañas leves), antiinflamatorios (que funcionan con ataques de intensidad leve o moderada), antieméticos (para las crisis con náuseas y vómitos), ergotamina y triptanes. Pero a veces nada de eso funciona. Por eso se habla de ' migrañas intratables'.

Hasta ahora, los sufridores de esos casos, solo tenían una opción: aguantar, ceñirse y soportar el dolor. Pero los médicos parecen haber dado con una inesperada solución: k-e-t-a-m-i-n-a.

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Como probablemente sepas, la ketamina, bien conocida por su uso como droga disociativa con potencial alucinógeno, también es una medicina esencial por sus propiedades sedantes, analgésicas y anestésicas. Ahora un estudio realizado por investigadores del Thomas Jefferson University Hospital, en Filadelfia, ha concluido que la sustancia se muestra efectiva en la reducción de las jaquecas severas en 3 de cada 4 pacientes.

El estudio siguió las evoluciones de 61 pacientes varones, todos cuarentones y todos sufridores de migrañas crónicas refractarias (las peores que puedas imaginar) durante al menos tres años. A los pacientes se les administró diariamente infusiones de ketamina por vía intravenosa como parte de un tratamiento que duró, dependiendo de cada individuo, entre 3 y 7 días. Y la cosa funcionó. El dolor se mitigó considerablemente en el 75% de los casos.

En valores promedio, la intensidad de los dolores de cabeza de los participantes —valorada por los propios pacientes en una escala de 0 a 10— se redujo a más de la mitad. Del 7,5 se pasó al 3,4. Mucho más manejable.

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“Nuestro estudio se enfocó solo al alivio sintomático a corto plazo, pero los resultados nos animan a pensar que este tratamiento puede tener el potencial de ayudar a los pacientes en el largo plazo”, explica el doctor Eric Schwenk, director de anestesia ortopédica en el Thomas Jefferson.

Ahora toca hacer estudios prospectivos que involucren a grupos más amplios de pacientes, pero ahí está la promesa.