Lo que realmente ocurre cuando recibes un disparo de bala

Si no has estudiado medicina o no has estado en contacto con armas, difícilmente tendrás conocimientos sobre heridas de bala que no vengan del cine. Pero la pantalla suele ofrecer una visión errónea o distorsionada de lo que realmente implica recibir un disparo.

Para intentar arrojar luz sobre esta realidad, el médico de guerra Connor Narciso ha escrito un artículo en Wired en el que expone algunos datos que nos pueden enseñar lo que nunca aprenderemos en una sala de cine.

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Para ello, utiliza el ejemplo de Nick Lavery, un distinguido sargento que, a pesar de ser especialista en armas, casi muere por un disparo en la pierna.

Lavery recibió el impacto en uno de los puntos clave de la pierna: el fémur. La arteria femoral recorre todo el músculo, tiene el fémur como punto límite y su objetivo es proporcionar sangre oxigenada a la pierna. Su función y el punto estratégico en el que se encuentra es lo que le hizo que estuviera en riesgo de morir desangrado.

 

 

La corta distancia a través de la cual le dispararon en el fémur fue crucial para determinar la gravedad de la herida

 

Al romperse dicho hueso, el corazón de Lavery seguía bombeando grandes cantidades de sangre hacia los músculos de su pierna que, en aquel momento, tenían deficiencia de oxígeno. Esto provocó una producción masiva de glóbulos que se acumularon en la zona afectada sin utilidad alguna.

El incidente terminó con la pérdida de la pierna de Lavery. Pero tuvo suerte. Si aquel día no hubiese recibido intervención médica de inmediato, aquella batalla hubiese sido el principio del fin de su vida.

La pérdida de sangre es la principal causa de muerte en el campo de batalla, ya que puede desencadenarse a partir de la ruptura de varias arterias del cuerpo, como las de de los brazos, las de la ingles y las que se esconden debajo de cada clavícula.

Nuestro cuerpo posee algunos mecanismos de defensa para combatirla. Si se tapa el orificio y se hace presión, el sistema vascular reconduce la sangre de las extremidades para mantener la perfusión de los órganos vitales.

En cuanto a las amputaciones, también tienen poco que ver a lo que aprendimos en 'Kill Bill'. De las heridas no brotan grandes cantidades de sangre al momento, sino que puede tardar minutos u horas antes de que esto ocurra.

La pérdida de sangre es la principal causa de muerte en el campo de batalla ya que son muchas las partes del cuerpo que pueden provocarla

 

También se pueden dar situaciones en las que múltiples disparos no provoquen la muerte. Narciso relata el caso de un joven libanés que recibió seis disparos en el torso y no solo no murió sino que podía seguir hablando tranquilamente con los médicos que le atendieron. En su caso, una de las balas se detuvo dentro de su pericardio, la membrana que envuelve el corazón. Otra de las balas acabó en su esófago y se la tragó.

Y es que, como suele explicar el médico Arun Nair a sus alumnos, "algunas balas son mágicas".

En todo caso, la gravedad del disparo de bala siempre se determina en función de la distancia del disparo y de la zona en la que ha impactado.

Es decir, la suerte juega un papel importante.

Pero, ¿qué debemos hacer si nos encontramos un herido de bala?

En caso de hemorragia, podemos controlarla apretando en la extremidad a partir de presión manual o de un torniquete. Pero, si nos encontramos con un agujero entre la garganta y el ombligo, hemos de evitar que el aire sea aspirado en la cavidad torácica. Y esto se consigue aplicando un vendaje transparente, ya sea con plástico o cinta.

[Vía Wired]

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