Una de las cosas más complicadas de la depresión puede ser detectarla y diagnosticarla. Esto se debe a que los síntomas se manifiestan de forma diferente según la persona. En ocasiones, pasan totalmente inadvertidos, otras, se enmascaran por otra enfermedad. Por ello es importante investigar formas alternativas que puedan servir de apoyo para una detección precoz.

Así, por ejemplo, ya se ha demostrado que la gente con depresión suele preferir colores oscuros a colores vivos. Siguiendo esta idea, Andrew Reece de la universidad de Cambridge, Massachusets, y Chris Danforth de la universidad de Vermont en Burlington han encontrado una correlación significativa entre la cromática de las fotos que alguien postea en Instagram y su salud mental. La relación es tan importante que creen que podría llegar a usarse para la detección temprana de la depresión.

Como parte de su estudio, un grupo de trabajadores tenía que contestar a una serie de cuestionarios, incluyendo uno específicamente diseñado para detectar una depresión clínica común. Después se les pidió que compartieran sus posts de Instagram con ellos.

De los 170 encuestados, 70 resultaron estar clínicamente deprimidos. A través de ellos consiguieron una base de datos formada por unas 40.000 fotos procedentes de sus cuentas de Instagram que los investigadores analizaron.

Cada foto fue calificada del 0 al 5 juzgando lo interesantes, felices o tristes que parecían. También evaluaron la saturación del color o el contraste para calificar cómo de vívidas eran las imágenes.

Después contaron el número de caras que aparecían por fotografía, asumiendo que dicho número es representativo de la actividad social de cada individuo. También consideraron importante la reacción de la comunidad, algo que midieron a través del numero de likes y comentarios que habían recibido con cada instantánea.

Por último, pasaron los datos por un ordenador que, mediante un algoritmo, detectaba correlaciones entre la depresión y las propiedades de la imagen.

Así encontraron varias conclusiones muy interesantes.

Para empezar, los individuos deprimidos que posteaban fotos oscuras recibían menos “me gusta” que aquellas publicadas por sujetos sanos. En este mismo sentido, se dieron cuenta de que la gente deprimida prefería usar el filtro Inkwell que tiñe las fotos de blanco y negro. Por el contrario, los que habían sido catalogados como felices abusaban del Valencia para llenar de una falsa luz solar sus fotos.

Otro dato que observaron es que la gente deprimida tiende a publicar más fotos en las que aparecen rostros. Sin embargo, el número de rostros por foto es menor que los que aparecen en las que han sido tomadas por personas en un estado mental óptimo. Reece y Danforth creen que esto se debe a que las personas con depresión suelen usar un lenguaje que se centra en ellos mismo y esos rostros serían los suyos propios en un selfie.

No obstante, la gran duda sigue siendo con qué precisión puede el algoritmo identificar a individuos deprimidos únicamente través de sus fotos. Los propios investigadores pusieron a prueba su propio sistema al analizar las cuentas de 100 personas y los resultados fueron buenos. El algoritmo identificó correctamente a un 70% de los que resultaban estar deprimidos. Un número significativamente superior a los diagnósticos realizados acertadamente por médicos de cabecera.

El estudio es de gran importancua porque refuerza la teoría de que los cambios importantes que se producen en la psique de un individuo quedan plasmados en sus redes sociales y es posible detectarlos sirviéndose de la tecnología

Quién sabe, tal vez en un futuro no muy lejano, una notificación de Instagram nos recomiende , entre comentarios y likes, pedir cita con el médico.