Los súper-detectives de Londres que recuerdan todas las caras que han visto

Sus nombres son Gary Collins, Eliot Porritt, Allison Young y James Rabbett. Y el don que les une es su capacidad única para reconocer rostros. Todos ellos son capaces de memorizar cada cara que ven e identificarla rápidamente entre miles, por lo que son un bastión importantísimo para Scotland Yard, la Policía Metropolitana de Londres.

Honrando al espíritu de Sherlock Holmes, son una especie de cuerpo de élite con una característica que los une: son súper-rastreadores. Liderados por Mick Neville, que les coordina, cuatro agentes se encargan de reconocer a los criminales aparecidos en las cámaras de vigilancia que rodean todo Londres.

Su don es lo contrario a la prosopagnosia, un fallo cerebral que impide a las personas reconocer caras, incluso la de uno mismo.

En 2008, un estudiante postdoctoral de Harvard, Richard Russell, se preguntó junto a un equipo de investigadores si este síntoma podría darse en el sentido contrario. Después de estudiarlo, llegaron a la conclusión de que, igualmente que la parte cerebral encargada de reconocer rostros puede estar afectada negativamente, también puede estar amplificada. O lo que es lo mismo: existen superhumanos con la capacidad de reconocer cualquier cara que hayan visto anteriormente.

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"Cuando caminas por las calles de Londres es como si fueras una estrella de cine".

El equipo de súper-rastreadores nació por la necesidad de poner orden a las grabaciones de las cámaras de vigilancia de Londres, instaladas durante los años 90 para combatir la creciente criminalidad en la ciudad. Tal y como destacó el antiguo alcalde Boris Johnson:

 

 

“Cuando caminas por las calles de Londres es como si fueras una estrella de cine. Estás siendo filmado por más cámaras de las que puedas imaginar”.

Pero de nada servía que instalaran miles de cámaras si no había ninguna forma de clasificar lo que grababan. En un principio, Scotland Yard decidió poner a varios agentes vigilando las cámaras en riguroso directo, pero el estrés que generaba y el poco éxito que tenía acabó provocando que se desestimara esta opción.

Las cámaras solo acabaron sirviendo para analizar casos en concreto, como una violación en una calle concreta o un robo en una joyería. Pero tampoco era suficiente. La incapacidad de los agentes para identificar rostros entre los más de ocho millones que hay en Londres provocaba que la mayoría de criminales se salieran de rositas, por más que sus crímenes estuvieran grabados.

Este problema acabó generando un escuadrón que, desde su fundación, ha demostrado ser de muchísima utilidad.

 

Hasta el 73% de los identificados acaban en procesos penales y cuatro de cada cinco son reincidentes.

Para entrar en la división, los detectives pasan por rigurosas pruebas de reconocimiento facial, que van desde la memorización de criminales desconocidos y posterior clasificación hasta el reconocimiento de famosos cuando eran niños.

Su efectividad es indiscutible. Solo James Rabbett lleva más de 600 identificaciones acertadas desde que entró en el cuerpo. Es el agente que mejores resultados consigue: unas cinco identificaciones semanales más que las que suele conseguir el resto del equipo.

El modus operandi es sencillo: los policías memorizan al detalle el registro policial y luego se unen para observar las imágenes de delitos grabados. Para amenizar el trabajo, llevan golosinas a la sala y debaten entre todos los posibles sospechosos.

Cuatro de cada cinco identificados por los súper-rastreadores resultan ser delincuentes habituales. Y, en más de una ocasión, aparecen rostros no reconocidos en varias grabaciones, por lo que se les clasifica aparte en busca de encontrar su identidad.

Evidentemente, los detectives no son infalibles en sus diagnósticos, pero para asegurarse de no hacer un juicio precipitado pasan por diferentes secciones del Departamento Policial antes de ser detenidos. Finalmente, hasta el 73% de las identificaciones dan lugar a procesos penales.

 

Un método solo apto para superhumanos.

 

 

El FBI y otros cuerpos de policía se han interesado en formar equipos parecidos al de los “súper-rastreadores” de Londres, lo que facilitaría mucho el trabajo en algunas circunstancias. Aun así, continúan confiando en tecnologías más sofisticadas para resolver los delitos, al más puro estilo CSI.

Sin embargo, Neville duda que estos métodos sean más efectivos que los que ellos utilizan:

“En la policía de Londres se resuelven al año alrededor de 2.000 casos a través huellas dactilares y ADN. Este año hemos resuelto en nuestro departamento 2.500 crímenes utilizando imágenes, un método unas diez veces más barato”.

Al fin y al cabo, lo único que se necesita es un grupo de superhumanos dispuestos a poner su don al servicio del ciudadano.

[Vía The New Yorker  ]

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