2017 ha sido el gran año para los bitcoins. La criptomoneda ha subido su cotización hasta alcanzar cifras increíbles (a finales de noviembre se cotizaba a 11.000 dólares la unidad y ahora a casi 15.000) y todos, incluso Nicolás Maduro, quieren subirse al carro de los activos digitales. Sin embargo, alcanzar la riqueza en el mundo bitcoin solo está al alcance de unos pocos. Se les conoce como ballenas y son aquellos inversores capaces de influir de forma considerable en el mercado. ¿Y por qué? Porque tienen una cantidad lo suficientemente grande de bitcoins para vender una porción de sus criptodivisas y crear tendencias.

Según un informe de Bloomberg, el 40% del mercado de los bitcoins está en manos de tan solo 1000 personas. Esta moneda virtual fue creada hace nueve años por Satoshi Nakamoto, un pseudónimo bajo el que se esconde una o varias personas. El bitcoin nació bajo un mercado finito (no más de 21 millones de bitcoin) y se cree que Nakamoto dispone de hasta 980.000 de ellos. Actualmente se han minado más de 16,7 millones, aunque el crecimiento de la moneda es cada vez más lento.

¿Y quiénes lo poseen? Los magnates del bitcoin son gente que empezó en el mundillo cuando a nadie le interesaba esta criptomoneda, que se conocen entre ellos y que tienen el poder de mover el mercado con sus coletazos. Aaron Brown, ex director administrativo y jefe de investigación de mercados financieros de AQR Capital Management, explica a Bloomberg que si el bitcoin se mantiene con los precios actuales, estos inversores querrían vender aproximadamente la mitad de su dinero.

Eso puede llevar a ciertas tendencias, como que un grupo de ballenas se ponga de acuerdo en elevar el precio del bitcoin para luego cobrar en masa. Puesto que el bitcoin es una moneda digital y no un valor, este tipo de prácticas no están prohibidas y estos inversores pueden hundir y reflotar el precio a su antojo. Algunos expertos confían en que esto no suceda, argumentando que las ballenas no abandonarán sus inversiones debido al potencial a largo plazo de estas criptomonedas. Sin embargo, si la burbuja bitcoin no deja de inflarse… ¿quién puede garantizar que las ballenas no decidan virar su rumbo?