Nos gusta ver películas tristes porque, en realidad, nos hacen más felices
¿Por qué nos gusta tanto experimentar un buen drama en la ficción si nos hace sufrir?
No es que, como popularmente se dice, seamos masoquistas. Según investigadores de la universidad de Oxford, se debe a que nuestra tolerancia al dolor aumenta gracias a los químicos analgésicos que el cerebro libera. Algo que, además, hace que los lazos afectivos que mantienes con tu entorno salgan reforzados.
Se sabía que las mismas áreas que reaccionan al dolor físico, reaccionan también al dolor emocional. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Oxford querían comprobar si detrás de nuestro amor por contar y escuchar historias, así como cultivar nuestra identidad dentro de un grupo, se encontrabaun sistema de liberación de endorfinas que lo respaldara.
Para ello, los investigadores dividieron a un grupo de 169 personas en grupos compuestos por personas que no se conocían entre sí. Después les proyectaron la películas Stuart: a Life Backwards, basada en la historia real de un vagabundo discapacitado, alcohólico y drogadicto.
Mientras tanto, a un grupo de control de 68 personas se les mostraron dos documentales. Uno sobre historia natural y otro sobre la geología y arqueología de Gran Bretaña.
Antes y después del visionado, se les pidió a todos los participantes que rellenaran unos cuestionarios referentes a su estado de ánimo y susentimiento de pertenencia con respecto a otros miembros del grupo.
También, algunos miembros realizaron un ejercicio de resistencia consistente en sentarse en cuclillas contra una pared todo el tiempo que pudieran aguantar.
Los resultaron mostraron que, aquellos que habían visto la película, habían experimentado un cambio negativo en el estado de ánimo. Por el contrario, los que habían visto el documental apenas habían experimentado cambios ligeros, tanto para bien como para mal.
Por su lado, la tolerancia al dolor del equipo al que se le puso la películaaumentó su tolerancia al dolor en un 13,1 % . Sin embargo, los del grupo contrario la bajaron en un 4,6% de media. Así que, en comparación, los primeros presentaban un 18% más de tolerancia al dolor solo por haber visto una ficción dramática. También se descubrió un aumento de los sentimientos de vinculación afectiva, a pesar de haber experimentado un deterioro en el estado de ánimo.
Aunque los investigadores aclaran que tampoco se vieron estos resultados en todos los participantes, algo que atribuyen a que algunas personas son más emocionales que otras.
Así que, aunque todavía han de hacerse nuevas investigaciones que ahonden en el tema, los investigadores consideran oficialmente que los resultados siguieren que las películas tristes, en vez de hacernos sufrir, nos hacen liberar endorfinas a mamporro. ¿Empezará a contarse ahora ir al cine como experiencia psicodélica?