Por primera vez en la historia, un robot recibe la ciudadanía de un país

Sophia, la androide que un día bromeó con destruir la humanidad, ya es ciudadana de Arabia Saudí. ¿Es hora de empezar a pensar de forma seria en los “derechos del robot”?

 

 

   
 

Creada para servirte, solo piensa en destruirte. Así era Sophia. O mejor dicho, así la retratamos los medios hace ahora un par de años. Todo por culpa de una respuesta maliciosa que no era sino una demostración de sus deslumbrantes capacidades. Porque no hay más que prestar atención a su expresión pícara durante aquel preciso momento, fijarse en su manera ladina de enunciar la frase, para saber que Sophia estaba bromeando. Nada de mal funcionamiento, sino todo lo contrario.

 

 

Con su cerebro artificial, su labia robótica y su cara mecánica capaz de adoptar hasta 62 expresiones faciales, ella es el mejor ejemplo de un futuro imparable. Ese futuro en el que conviviremos sí o sí con compañeros-androides cada vez más humanos. Robots que estarán ahí para ayudarnos, para enseñarnos, o para cuidar de enfermos, niños y ancianos. Y ese escenario empieza a demandar no solo un cambio en las mentalidades, sino también nuevos marcos legales.

La propia Sofía caracterizó así el problema en aquella vieja entrevista:

"En el futuro, espero poder hacer cosas como ir a la escuela, estudiar, hacer arte, iniciar un negocio, incluso tienen mi propio hogar y tener una familia... pero como no se me considera una persona jurídica no puedo tener acceso a estas cosas".

 

 

 
 
 
 
Hasta los robots le lanzan puyas a Donald Trump
 
 
 
 

 

 

 

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Aquellas palabras pudieron sonar a boutade entonces, pero lo cierto es que muchos tomaron nota. Empezando por los miembros de la Comisión sobre normas de Derecho civil sobre robótica del Parlamento Europeo, que a principios de año proponían otorgar a los robots un estatus de 'persona' y definir una serie de 'derechos humanos' para los autómatas.

Para llegar a eso aún queda, pero Arabía Saudí acaba de dar un empujón a ese debate de la mano de la propia Sophia. Porque la joven androide creada por David Hanson es, desde ya, ciudadana de ese país.

O algo así.

 

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El anuncio llegó ayer. Lo dio la propia Sophia desde el escenario del congreso Future Investment Initiative. El moderador le preguntó a la robot que a qué se debía su cara de felicidad y ella soltó la noticia. “Me siento honrada y orgullosa de haber recibido esta distinción única. Es algo histórico lo de ser el primer robot al que se le reconoce una ciudadanía”.

Histórico es. Aunque el hito está aún bastante hueco de contenido.

 

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Ni Sophia ni las autoridades del país de acogida han dado detalles sobre el alcance de esa “ciudadanía”. No se sabe si la idea es que el robot disfrute de los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro ciudadano del país o si Arabia Saudí piensa desarrollar un sistema de derechos especialmente dirigido a los robots, en la línea de lo sugerido por la citada Comisión del Parlamento Europeo.

 

El movimiento es, pues, simbólico. Pero no deja de ser significativo. Sobre todo en un contexto en el que algunos ya empiezan a cavilar sobre cuestiones tan escabrosas como nuestro derecho como humanos a torturar a robots.

Quede en lo que quede este episodio, lo que está claro es que Sophia ha aprovechado este evento para ganarse un buen montón de simpatías con su sentido del humor. Atentos a su última respuesta:

 

 

 
 
 

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