Un juez prohibe a un hombre pedir pizza tras sus continuas bromas telefónicas
El paso de la infancia a la adolescencia suele ser una etapa complicada en la que encontrar planes: es un punto en el que ya no quieres hacer cosas de críos, pero el estanquero de tu barrio todavía no está dispuesto a venderte tabaco.
Estás en un limbo raro en el que el sueles vivir con el culo pegado a un banco y y la mano a una bolsa de pipas mientras maquinas con tus colegas qué carajo podéis hacer para matar el tiempo.
Junto con el hurto menor en las tiendas de golosinas, las bromas por teléfono suelen ser uno de los pasatiempos top durante esa confusa fase vital. La afición por hacer coñitas clásicas del tipo: "Telepizza, ¿qué desea?" "Magdalenas, no te jode" suele pasarse en cuanto eres un pelín más mayor y puedes empezar a destrozar tu futuro a base de licor de melocotón con Kas de limón.
Hay gente que nunca se desengancha de hacer las bromas a pizzerías. Randy Riddle, de 49 años, se ha pasado tanto que tiene prohibido por el juez volver a llamar a ninguna.
Pero por lo visto hay gente que se engancha al subidón de adrenalina que les provoca vacileo telefónico y no es capaz de dejarlo jamás.
Os presentamos a Randy Riddle, un guasón de Florida (¿dónde sino?) que, a sus 49 años, se ha pasado tanto con las bromas a pizzerías que tiene prohibido por el juez volver a llamar a ninguna.
Eso sí, los años y la experiencia han convertido a Randy en un auténtico tocapelotas profesional: entre el 30 de mayo y el 18 de junio Riddle llamó al menos 12 veces a 3 pizzerías usando 5 teléfonos diferentes.
Randy llamaba usando nombres y direcciones falsas, se negaba a pagar y llamaba a los restaurantes para decir que su comida era "asquerosa"
Randy llamaba usando nombres falsos, hacía pedidos a direcciones abandonadas o inexistentes, se negaba a pagar lo que pedía o simplemente llamaba a los restaurantes para decirles que su comida era "asquerosa". Las pérdidas totales que que ha causado este bromista a los negocios es de, al menos, 667 dólares.
Riddle fue detenido en 1 de agosto con varios cargos, y se le impuso una fianza de 5.500 dólares. Ahora vuelve a estar en la calle, pero con la orden legal de no volver a pedir pizza en una buena temporada.